Se confirma. Tras habernos librado de algunas de las figuras estrella de la austeridad y de sostén a la patronal como Sarkozy y Valls–Hollande, sus partidos tradicionales se han llevado un golpe magistral.
Por primera vez, la segunda vuelta no contará con la presencia de un candidato oficial del Partido Socialista o de los republicanos. Fillon ha recibido el 19,9 de los votos, muy lejos de los pronósticos del pasado invierno que situaban a la derecha por encima del 30%. Ciertamente, el asunto de los empleos ficticios y sus lujosos gustos (a menudo financiados por medio de dinero público) han mermado su popularidad. Pero es necesario recordar que fue a partir de su anuncio de atacar la seguridad social y subir el IVA el pasado diciembre que Fillon comenzó la caída libre en las encuestas. Los candidatos de los dos grandes partidos responsables de todas las políticas aplicadas en los últimos 30 años han sido barridos, confirmando así la ola de “dégagisme”1 de la que hablaba Mélenchon.
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