Chile: Elecciones 2013

Triunfa la abstención con 51.4%

Con un nivel de abstención del 51.4%, esta gana a cualquier candidato. Las pasadas elecciones de 17 de noviembre, revelaron la creciente desafección de los electores con el sistema política. 13.573.088 de personas tenían derecho a sufragar, lo hicieron menos de siete millones. A lo que además debemos sumar los 62 mil votos nulos y 43 mil votos blancos. En resumen los votos válidamente emitidos fueron 48.6% del padrón electoral.

La victoria de Bachelet, queda bastante matizada si se considera estos niveles de votación. No sólo no obtuvo su esperada victoria en primera vuelta, sino que en la realidad sus 3.070.012 votos (46.67%) corresponden a un 22.7% de los ciudadanos con derecho a ir a las urnas, y en cuanto a la candidata de la derecha, Matthei con 1.645.271 votos (25.01%) representan apenas un 12.1% del universo con derecho a voto.

El pasado gobierno de Bachelet terminó en medio de una crisis de descomposición de la Concertación, marcado por grandes movilizaciones, especialmente los jóvenes estudiantes que desencadenaron la “revolución pingüina”, y represión contra trabajadores en huelga y el pueblo mapuche que dejó varios muertos, y la imposición de la ley antiterrorista contra los mapuche en lucha por su territorio. La descomposición de la Concertación, que pareció terminal en su momento, consiguió detenerla el prestigio de Bachelet, y la llegada del PC. Esta aprobación de la ex presidenta es contradictoria con la mayoritaria desaprobación de los partidos y políticos de su coalición, que incluso prefirió mudar de nombre a “Nueva Mayoría”, para prometer una nueva era, que ahora si harían las transformaciones que no habían impulsado por 20 años, incluso cuando tuvieron mayoría en ambas cámaras.

La abstención de los sectores más jóvenes y dinámicos, el bajo porcentaje real de votación con que llegará Bachelet nuevamente al gobierno, las brutales desigualdades sociales, el endeudamiento generalizado y la continuación de la desaceleración de la economía chilena, prometen un gobierno con baja legitimidad, y fuertes movilizaciones sociales. Un terreno propicio para construir una alternativa socialista y democrática, verdaderamente anti-capitalista, en los próximos años.

Derrota electoral de la izquierda.

La izquierda chilena ha vuelto a sufrir una derrota electoral, ninguna de las candidaturas presidenciales que se presentaron desde el sector consiguió un caudal importante de votos. Esto es especialmente cierto respecto a la candidatura de Marcel Claude, la única que despertó, en algún momento, expectativas de un buen resultado y que finalmente quedó con un resultado testimonial de 184.906 votos (2.81%), el ecologista y ex funcionario despedido del Banco Mundial, Alfredo Sfeir, del Partido Ecologista, obtuvo 154.593 votos (2.25%), con una campaña de bajo perfil, Roxana Miranda, del Partido Igualdad, la candidata que era “pueblo pobre” en sus propios términos, recibió  83.687 votos (1,27%). Es decir los tres candidatos sumados llegan a un 6.33%.   Marcos Enriquez Ominami, que es más bien una disidencia de la Concertación, sin un programa contra el sistema, pero que recogió sufragios de protesta por la izquierda, bajó su votación desde la anterior elección presidencial en que obtuvo cerca del 19%, al 10.98% de los votos. En la anterior elección presidencial, el ex ministro de la Concertación y dirigente del PS, Jorge Arrate, se presentó con el apoyo del PC, y obtuvo un 6.33%.

Si desde la izquierda hubiéramos sido capaces de llegar a acuerdos generosos poniendo sobre los intereses mezquinos de grupos o individuos las necesidades generales, ese acuerdo hubiera funcionado como un imán y hubiéramos atraído una votación significativa.  Una lección auto-critica importante que hay que sacar es que la fragmentación de los sectores que se reclaman contrarios al capitalismo, es un gran obstáculo para la conformación de una fuerza electoral creíble, capaz de encantar y organizar a esa mitad de la población que prefirió restarse a las elecciones.

Expectativas y Resultados de Marcel Claude.

La candidatura de Marcel Claude despertó grandes expectativas. Con la participación de cientos de personas el movimiento Todos A La Moneda levantó un programa democrático y social muy radical, y por lo menos hasta cierto momento, logró concitar el apoyo de sectores de jóvenes que habitualmente han sido abstencionistas, como los libertarios, consiguió el apoyo de un par de decenas de organizaciones políticas, se formaron en todo el país comandos territoriales auto convocados, y se formó un Frente de Trabajadores que se nutrió del movimiento contra las AFP y de la ola de movimientos huelguísticos que se han sucedido.

El programa, que se construyó de forma democrática, con la participación de cientos de profesionales y líderes sindicales y sociales, fue un gran acierto del Movimiento Todos a la Moneda. Es el programa más radical presentado por un candidato presidencial en Chile, desde el fin de la dictadura. Incluía la convocatoria a una Asamblea Constituyente. La renacionalización del Cobre y en general de los recursos naturales, incluía el agua dulce y las aguas del mar, privatizadas. El fin del sistema de pensiones privado, las AFP. La intervención de la banca. Acabar con el lucro en la Educación y Salud, y garantizar un sistema  estatal, gratuito y de calidad. El programa proponía un estado de caracter plurinacional y federal, etc.

Errores no forzados y actitudes poco empáticas, por decir lo menos, del candidato y del entorno más cercano con él, de gente que se rodeó en su comando le enajenaron el entusiasmo y la voluntad de buena parte de los grupos políticos, de sindicalistas en lucha y de los jóvenes libertarios, que acaban de ganar la presidencia de la FECH.

Otro error del diseño de campaña, en gran parte atribuible a una campaña muy presidencialista, fue la casi nula consideración de Marcel Claude con los candidatos parlamentarios y a Consejeros Regionales de Todos A La Moneda. Estos candidatos parlamentarios iban como candidatos del Partido Humanista, única posibilidad de acuerdo con la ley chilena a falta de pacto entre dos partidos legales. Un dato importante al respecto, es que las candidaturas del Pacto de Todos A La Moneda tuvieron en conjunto mejor desempeño que el propio candidato presidencial, así en diputados la lista PH obtuvo 208.995 votos, y el 3.36% en contraposición a 184.906 sufragios y el 2.81% de Marcel Claude. 

Un desacierto mayor, en mi opinión, fue la no utilización o despreció, sobre todo a partir de la mitad de la campaña, por el activo que hubiera significado la exposición a fondo, en el plano de la propaganda de figuras nacionalmente reconocidas de las ciencias, la academia, el sindicalismo de lucha, la TV, la música y artes, y la política alternativa. 

Los datos indesmentibles son que los jóvenes – el grupo etario donde Marcel Claude despertaba más simpatía -  no acudieron a votar, y que en el último tramo de la campaña un sector de sus potenciales votantes, cambio su voto y se inclinó por Sfeir y por Miranda. Por tanto la meta principal de la campaña de Marcel Claude no se cumplió. El candidato no pudo encantar al grueso de los jóvenes que se han movilizado masivamente en los últimos años, ni tampoco a la mayor parte de los votantes que tradicionalmente han votado por la oposición desde la izquierda.

Otros “anti capitalistas”.

Roxana Miranda, la candidata del Partido Igualdad, partió con un desempeño bastante malo, sobretodo en sus apariciones en los medios, pero fue mejorando de manera notable, y en el último tramo lo hizo bien. Ganando la simpatía y el apoyo de mucha gente, incluso de muchos que no votaron por ella. Sin embargo, la debilidad de su candidatura queda en evidencia, no solamente por la bajísima votación obtenida, sino también al advertir la poca votación que obtuvo en su propia comuna, San Bernardo, donde es dirigente poblacional. Miranda y su partido, también pagaron el precio de la auto proclamación sectaria.

El sector del movimiento estudiantil universitario agrupado en la Izquierda Autónoma Universitaria, presentó tres candidatos independientes a diputados. Uno de ellos fue electo en Magallanes, en el extremo sur de Chile. Será el único diputado de la izquierda en el parlamento chileno.

El resultado de Alfredo Sfeir, resulta una sorpresa, se trata de un candidato que volvió hace poco a Chile, y que no ha tenido participación en política nacional en el pasado, y con un partido muy poco visible y sin propuestas en el grueso de los temas sociales y políticos. En gran medida por los desaciertos de otras candidaturas, consiguió recibir un voto  de protesta y medioambientalista, que se puede asociar con las grandes movilizaciones sociales contra los mega proyectos  e instalaciones depredadoras del medio ambiente, crecientemente dañado por el tipo de modelo de acumulación capitalista chileno.

Puede advertirse el trasvasije de votos desde Marcel Claude a Alfredo Sfeir y Roxana Miranda que mencionamos antes, observando que con estos dos últimos candidatos ocurrió el fenómeno  contrario en la relación presidencial – diputados.  La candidatura parlamentaria conjunta de Igualdad y Ecologistas a Diputados obtuvo 172.727 votos (2.78%), mientras sus candidatos presidenciales sumados recibieron 238.280 sufragios (3.62%)

El voto de izquierda se mantiene a pesar de la deserción del PC.

Esta es la primera elección presidencial, en la cual el Partido Comunista, hasta hace poco el principal partido de la izquierda, abandonó el sector para incorporarse a la Concertación, rebautizada Nueva Mayoría.  Por lo que dentro de los malos resultados de la izquierda, un aspecto positivo que hay que saber valorar es que se mantuvo el porcentaje de votación anterior, a pesar de la deserción del PC, lo que apuntaba a llevar ese caudal de votos hacia la Nueva Mayoría, y dejar invisible totalmente a la izquierda, en el plano electoral. Sin embargo, aumentó la fragmentación del limitado voto de izquierda tradicional.

Una izquierda a la que le falta sintonía con la sociedad actual.

Pero las dificultades electorales de la izquierda no son únicamente atribuibles al sectarismo del sector, la falta de propuestas creíbles, al atraso de la conciencia, el monopolio de los medios de comunicación por la clase dominante, o los errores del principal candidato. Todo esto es cierto, pero en gran parte es consecuencia de otros aspectos sociales profundos.

Cambiaron las formas del trabajo, y de acumulación del capital. Cambio el estado, y su rol en la educación, la salud, la previsión, y la ordenación territorial. El impacto sobre la conciencia del rol subsidiario del estado y de las privatizaciones no es suficientemente valorado.  Como consecuencia se modificaron las formas de relaciones humanas y productivas. El modelo de sindicalismo de empresa, por ejemplo, es un anacronismo para las necesidades actuales de la clase trabajadora.

La izquierda, y las organizaciones sindicales tradicionales, se levantaron sobre un paradigma de sociedad que ya no existe en Chile.  La matriz productiva manufacturera, fue reemplazada por una economía de servicios. La industria se concentra en la minería extractiva (muy importante económicamente pero con poca mano de obra), y en la explotación agro forestal, ambas dedicadas a la exportación. Las grandes concentraciones humanas industriales y de la minería del carbón del pasado han desaparecido. El grueso de la clase trabajadora, incluso en el propio aparato de estado, labora ahora bajo formas precarias. Existe, en el mejor de los casos, un remedo de negociación colectiva. Las huelgas son encorcetadas con leyes que las conducen al fracaso. Por lo mismo un porcentaje muy bajo de los trabajadores está sindicalizado – la mayoría no puede hacerlo debido a sus condiciones de trabajo – o no ve siquiera una ventaja en la sindicalización.

Sindicatos, Organizaciones Sociales de la clase trabajadora tradicionalmente han tenido preocupaciones inmediatas y de largo plazo, para responder a las necesidades de remuneraciones, derecho al trabajo, condiciones de trabajo y condiciones generales de vida. Las formas de organización y las demandas que formulan se basan en la realidad y las preocupaciones a las que se ven enfrentados sus afiliados.

Mencionemos algunos: El tema de género, la doble jornada, la doble opresión trabajo-hogar, el maltrato contra la mujer y la infancia, la discriminación en los salarios, con la afluencia masiva de la mujer al trabajo remunerado, son ahora asuntos centrales. El cambio del papel de los géneros, en el trabajo remunerado y en responsabilidad domestica, junto con el acceso a la comunicación global han producido una profunda transformación cultural y en la sociabilidad chilena.  Ha disminuido el peso tradicional de la Iglesia, una institución central de la estabilidad social en el pasado, las familias trabajadoras son ahora más diversas en temas religiosos, valóricas, y culturales, más independiente, más laica.

Las viejas estructuras políticas. Los antiguos partido con convocatorias y militancia de masas, que eran parte de las instituciones intermedias de la sociedad han perdido gran parte de su razón de ser. De un lado las clases dominantes han buscado conscientemente la despolitización y la desorganización de la gente.  Contribuye a sus propósitos el individualismo que arraigó en Chile de la mano con las nuevas formas de organización del trabajo y las tarjetas de crédito. Los partidos tradicionales, incluidos los de izquierda, basados en liderazgos poco democráticos, verticales, carismáticos y clientelistas están hoy en crisis de membrecía. Cada vez más son cascaras vacías, aparatos electorales que se movilizan para disputar los cargos, y el botín de negocios asociados con el estado en los diferentes niveles.

Los temas medioambientales han ido ganando importancia en las preocupaciones de la gente. El capitalismo contemporáneo es depredador del ser humano y la naturaleza. El apetito de ganancia inagotable del capital presiona permanentemente los limites, y obliga a las personas a reaccionar.

Nuestro país tradicionalmente es un país muy discriminador, especialmente por razones étnicas asociadas a clase social. Se discrimina por ser indígena, por tener rasgos indígenas o ser pobre, todo lo cual tiende a ir asociado. Ahora Chile se ha convertido en un destino atractivo para migrantes, sobretodo latinoamericanos pobres de otros países de lengua castellana, pero también gente de todo el mundo, esto aumenta la diversidad étnica y cultural. Pero también plantea nuevos problemas de marginalización, discriminación y xenofobia.

Lo mejor de nuestra juventud instintivamente tiende a reaccionar solidariamente con el movimiento mapuche, contra cualquier forma de discriminación, o en defensa del medio ambiente. Los estudiantes muestran una gran apertura de mente frente a estos temas.

El acceso al consumo a través del crédito, el endeudamiento, es un aspecto central y 

contradictorio de la vida de las familias chilenas. Por un lado pone a su disposición muchos productos y servicios, creando una sensación de progreso y bienestar, por otro lado los hunde en el endeudamiento provocando frustración y malestar.

Tenemos que dar respuestas a los múltiples problemas producto de la ordenación territorial. En las grandes ciudades, los cambios sociales concentradores de la riqueza, y la especulación inmobiliaria, han creado una segregación muy profunda entre los barrios divididos por segmento social. En la periferia se agrupan el grueso de las poblaciones con la gente más pobre. Esta estructura segregada en la lógica de gueto, plantea graves problemas para la calidad de vida de las personas. Aumento de la delincuencia, y de problemas de seguridad pública, de nichos de jóvenes NINI (Ni estudian Ni trabajan), largos y difíciles transportes… Con costos sociales para la sociedad en su conjunto, obliga a un gran gasto de dinero y energía para transportar a la gente trabajadora desde barrios puramente dormitorios,  baja de la productividad de los trabajadores cansados por los largos desplazamientos. Educación de mala calidad, no solo por la desidia de las autoridades y las malas condiciones materiales, o los efectos comprobadamente malos de la privatización de la educación y su privatización a través de los colegios privados-subvencionados. También porqué está comprobado por estudios que la educación segregada presiona a la baja la calidad en todos los niveles. Por eso incluso la mayoría de los colegios privados de elite, 

resultan con resultados de mala calidad si se le compara a nivel internacional.

¿Cómo reconstruimos una identidad de clase positiva?

Está pendiente resolver una cuestión básica de asociatividad, y desarrollar un lenguaje, hasta en nuestras consignas, empático y comprensible para los jóvenes y trabajadores reales. ¿Cómo reconstruimos una identidad de clase positiva? Esa es la pregunta con sentido a la que tenemos que dar respuesta no el plano puramente discursivo, sino en la práctica. 

Necesitamos propuestas que no se queden presas de la presión del imaginario construido por los grandes medios de comunicación propiedad de los grandes grupos económicos. Esta presión se expresa en un lenguaje eufemístico y poco claro, y por lo mismo poco creíble.  Es casi moda hoy declararse anti-capitalista, pero sin proponer un modelo alternativo, socialista de sociedad. Cuando se mezcla esta ambigüedad con consignas radicales en el lenguaje (no necesariamente en el fondo) llenas de nostalgia setentera, resulta un verdadero desastre comunicacional. En parte esto también es el resultado del trauma que provocó la caída de los regímenes estalinistas del fracasado socialismo real. Sin embargo, la gente que no pertenece al escaso activo político de los grupos y colectivos de izquierda, no se escandaliza con la reivindicación del socialismo, especialmente si uno tiene cuidado de explicar que aspiramos a una sociedad muy democrática y libertaria. Para transmitir un mensaje bien hay que ser claro en el lenguaje.

Necesitamos nuevos modelos de organización que den cuenta de las nuevas formas y la diversidad de la organización del trabajo, y de vida, en la sociedad capitalista del Chile actual. Organizaciones formas e informales que sirvan a la gente. Mientras la izquierda se quede solamente en las lecciones históricas, el heroísmo y la nostalgia del pasado, con organizaciones que responden solamente a las necesidades de una parte minoritaria de la clase trabajadora real, es difícil dar el salto hacia organizaciones políticas representativas e independientes masivas, que puedan poner en cuestión la sociedad capitalista.

Los Comités de Campaña auto organizados del movimiento Todos A La Moneda (TALM), fueron una oportunidad de relacionar a viejos y nuevos activistas, superando la fragmentación extrema. La propuesta de levantar un Frente de Trabajadores en todo el país, que nació en el TALM, pero que trasciende más allá del fin de la campaña, está tomando forma, y puede ser un paso práctico que dé algunas primeras respuestas a estas necesidades de nuestra clase trabajadora. El Frente de Trabajadores puede terminar siendo un gran aporte de esta campaña electoral.

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