Trump declara la guerra al medioambiente

El 2016 se ha registrado como el año más caluroso de la historia después de la racha consecutiva de tres años viviendo el “año más caluroso”. Las capas de hielo se están derritiendo a velocidades mucho más rápidas y las súper-tormentas, los terremotos y la destrucción de los ecosistemas se están convirtiendo la norma del día a día. Los científicos han estado pidiendo a los líderes mundiales que tomen medidas, que se desprendan de los combustibles fósiles e inviertan en energía verde y sostenible. La cuestión del impacto humano sobre el medio ambiente ya no es algo que se necesite debatir ya que el 97% de los científicos están de acuerdo en que el cambio climático mundial se debe precisamente al impacto humano. Pero por lo que vemos, los datos científicos no son suficientes para el presidente Donald Trump, ya que proclama que el cambio climático global es un engaño. El hombre que lidera el país que produce alrededor del 25% de las emisiones de CO2 del mundo no cree que esos gases tóxicos impacten negativamente sobre nuestro clima.

 

¡Ni si quiera las personas seleccionadas por Trump para dirigir la agencia gubernamental que se hizo para proteger el medio ambiente cree en las palabras de estos 97% de los científicos! Como Fiscal General de Oklahoma, Scott Pruitt –ahora el Administrador de la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés)- demandó a esta agencia varias veces. A lo largo de su carrera, Pruitt ha luchado en nombre de los intereses de la industria de los combustibles fósiles. No sólo es un enorme conflicto de intereses cuando este hombre tiene demandas pendientes contra la agencia, sino que también ha recibido contribuciones de las mismas empresas que ahora tendrá que regular.

Como ya se especifica en la prensa, Trump pronto anunciará el abandono de cualquier pretensión de tratar de alcanzar los objetivos a los que los EEUU se comprometieron en la Cumbre de París de 2015 de reducir las emisiones de carbono en un 26% de los niveles de 2005 para el 2025. Incluso esta reducción estaba muy por debajo de lo que se necesita para prevenir un cambio climático catastrófico. Trump ordenará a Pruitt abandonar el Plan de Energía Limpia, cuyo objetivo era cerrar cientos de plantas de carbón altamente contaminantes y congelar la construcción de nuevas plantas. Mientras proponen recortar el presupuesto de la EPA en un 31%, Trump y Pruitt también están buscando abandonar las los estándares de las emisiones de escape de Obama (New York Times, 23/3/17). Aunque muchas de estas propuestas pueden y serán cuestionadas en los tribunales federales, el efecto general sobre el inexistente esfuerzo por parte de los gobiernos capitalistas de abordar el cambio climático será devastador.

La era de Trump comienza

Trump y los Republicanos han demostrado en los últimos meses que están preparados para atacar directamente el bienestar de las secciones de su propia base. El Trumpcare, como explicamos en la página 4, es un ataque violento a la gente de clase trabajadora y los pobres, incluyendo a los pobres de zonas rurales. Es una transferencia masiva de la riqueza a los que ya son ricos, y más vendrá todavía con la propuesta de una “reforma fiscal” de los Republicanos. El presupuesto de Trump también ataca a los programas que benefician a la gente normal y corriente en comunidades de todo el país.

Del mismo modo, la amenaza de Trump de hacer pedazos las regulaciones hechas para proteger el medio ambiente también será perjudicial para los trabajadores a los que “pretende representar”. Por ejemplo, en el nombre de permitir que la industria del carbón cree más puestos de trabajo, Trump está proponiendo deshacerse de la Normativa de Agua Limpia de Obama que ayudó a extender la protección de la Ley de Agua Limpia a pequeñas masas de agua como arroyos y pantanos. Bajo las nuevas regulaciones de Trump, las compañías mineras de carbón aun no podrán arrojar desechos en grandes masas de agua, pero podrían arrojarlos en riachuelos (que traviesan muchas de las zonas rurales donde se sitúan las minas de carbón) que se podrían secar y los pantalones que son extremadamente importantes para nuestros ecosistemas.

La industria del carbón se ha automatizado mucho (como muchos trabajos hoy en día) y necesita menos y menos trabajadores para dirigir las minas y las plantas de procesamiento. Por lo tanto, no es la regulación ambiental la que ha expulsado a decenas de miles de trabajadores de las minas de carbón, sino los abrumantes avances en la tecnología que se han puesto en marcha. Muchos estados y países están abandonando el uso del carbón, con la disponibilidad de uso del gas natural barato e impulsándose hacia una energía más sostenible. Donald Trump no será capaz de cambiar esa dinámica y está mintiendo a los millones de personas que viven del carbón en el país.

De la sartén al fuego

La negación del cambio climático por parte de Trump está haciendo que la administración Obama parezca positiva. La percepción es que Obama trabajó duro para abordar el cambio climático, pero la realidad es bastante diferente. La gente en general no piensa en la producción de petróleo cuando piensa en los años de Obama, pero durante su mandato, los EEUU aumentaron el número de diario de bombas de barril en más del 70% con la fracturación hidráulica (mejor conocida con el término en inglés fracking) representando la mitad del aumento de la producción.

Obama afirmó que este fracking produciría empleos y ayudaría a los Estados Unidos a convertirse en un país independiente por lo que refiere a la energía. ¿Pero a qué precio? Este método de extracción del petróleo y el gas obliga a los agricultores a competir con las compañías petroleras por el suministro de agua sólo para que esta agua sea envenenada e inutilizable. No sólo el fracking intoxica alrededor de 14 mil millones de galones de agua al año, sino que también arruina los ciclos naturales del agua de la tierra provocando una sequía más persistente. El fracking también libera gas metano, el cual es 80 veces más eficiente atrapando el calor que el CO2. ¡Hablamos del calentamiento global! Es lógico e inevitable que esto acelera ese proceso.

Hubo pequeños intentos durante la presidencia de Obama para tratar de disminuir la liberación de CO2 a la atmósfera, incluyendo el no-vinculante acuerdo de París. Obama canceló el oleoducto Keystone XL y en los últimos días de su administración también bloqueó la construcción del Dakota Access Pipeline (el oleoducto de Dakota) pero esto sólo sucedió después de la lucha decidida que llevaron a cabo miles de nativos americanos y otros colectivos. Trágicamente esta victoria ahora está siendo derribada por Trump.

La resistencia continúa

En el 2014, vivimos la mayor manifestación en décadas en la ciudad de Nueva York con casi medio millón de personas en la Marcha del Pueblo por el Clima. Esta jornada mostró la creciente consciencia del pueblo estadounidense, especialmente de los jóvenes, respecto a la necesidad urgente de liberarse de los combustibles fósiles. Y sabemos que esto significa una lucha hasta el final contra los intereses corporativos arraigados.

Este año ya hay planes para una ‘Marcha por la Ciencia’ masiva coincidiendo con el Día de la Tierra el 22 de Abril (ver página 8) y una Marcha de la Gente por el Clima aún más grande el 29 de Abril. Es absolutamente necesario golpear en las calles si queremos luchar contra el programa de Trump y echarlo atrás. Pero no podemos detenernos ahí. El movimiento ecologista necesita el apoyo del movimiento obrero para combatir a la industria de los fósiles y el peligro que suponen para el medio ambiente. La batalla debe ser ganada dentro del movimiento obrero para apoyar el llamado a un programa masivo de infraestructura verde para poder transitar hacia la energía renovable y proporcionar buenos empleos sindicales a todos los trabajadores actuales del combustible fósil.

Como hemos visto, millones de personas están listas para luchar contra el programa racista y sexista de Trump. El ataque de Trump a la atención sanitaria está provocando una indignación masiva y podría dividir su base. Pero millones también están preparados para luchar en defensa del medio ambiente. Esto nos afecta todos los días y es esencial para nuestro futuro. Luchas para proteger el planeta no es algo que se pueda posponer. Es parte de la lucha por un mundo nuevo libre de Trump y la dominación de las multinacionales.

Socialist Alternative defiende:

Parar inmediatamente los ataques de Trump a las regulaciones medioambientales y sus agresivos recortes a la financiación del transporte público.

Por un programa económico contundente para reconstruir la infraestructura de la nación sobre la base de las energías renovables y para expandir masivamente el transporte público y la conservación de la energía, también con los impuestos de los ricos.

Por una transición justa para todos los trabajadores del combustible fósil con reciclaje gratuito.

Construir un movimiento de masas para acabar con el programa anti-obrero de Trump.

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