Escaramuzas en el parlamento son señales más de una crisis creciente
El viernes 24 de julio ve el fin de una huelga general de tres días en Corea del Sur pero no al fin de una crisis social y política en el país. En miércoles, 22 de julio—el día que la Confederación de Sindicatos Surcoreano inició una huelga que ha sido ampliamente seguida en solidaridad con los asediados trabajadores de autos del fabricante Ssangyong en Pyeontaek—había muchas escenas tormentosas en el parlamento del país. En directo por televisión, los “legisladores”—hombres y mujeres—lucharon y se pegaron frenéticamente y tiraron la tribuna del ponente al suelo.
El gobernante y derechista Partido Grande Nacional del Presidente Lee Myung Bak intentaba que se aprobara nueva legislación sobre los medios de comunicación. Los partidos de oposición reivindican que esto dará enorme poder adicional a los conglomerados o al Chaebol que ya se domina la economía del país. Está llevando en cabo una semejante batalla sobre cambios a la ley que gobierna la banca, la cual volverá a abrir acceso a Chaebol para tomar las acciones importantes en las mayores instituciones financieras del país. Esto es visto por muchos, incluyendo por los líderes de la Confederación de Sindicatos, como un paso muy retrogrado; la ley vuelve a abrir una relación entre los bancos y los grandes monopolios que la Confederación cree que fue una de las causas por la cual la economía del Corea del Sur no fue capaz de resistir la crisis asiática de la pasada década.
Corea del Sur es la cuarta economía más grande del Asia, muy dependiente en las exportaciones y por lo tanto está sufriendo mucho la presente crisis económica mundial. En vez de la 7% tasa de crecimiento prometido por Lee Myung Bak cuando asumió el poder el año pasado, la economía ha disminuido un 2%. Ssangyong registró el año pasado una pérdida de 710 mil millones de won (575 millones de dólares).
La Lucha para la supervivencia
Dado estos hechos, los trabajadores en Corea del Sur están luchando literalmente para sus vidas. El gobierno está preparando nueva legislación que abolirá muchos de los derechos ganados para la seguridad en el trabajo. Aumentará dramáticamente los números de trabajadores con empleo temporal, condiciones peligrosas de trabajo y con poco o sin protección por la ley. La innumerable legislación del gobierno es conocida como “Los Malos Proyectos de Ley de MB (Myung Bak).”
La lucha para la supervivencia es la razón por los eventos dramáticos en la fábrica de Ssangyong. Ssangyong tiene una participación del 50 por ciento en la capital de la empresa y no encuentra mercado para sus autos. El sindicato en la fábrica ya ha aceptado las reducciones de salario, tardanzas del bono y empleo compartido o menos horas de trabajo para cada empleado.
Muchos de los 2.646 trabajadores que fueron despedidos salieron de la fábrica para tratar de buscar otros trabajos alternativos. Unos seiscientos de los trabajadores rehusaron salir de la fábrica y, con sus partidarios, han mantenido su ocupación por casi dos meses. Falanges de policía han invadido la fábrica y han agrupado los trabajadores en una masiva tienda de pinturas—un área llena de materiales sumamente inflamables.
Incapaz de vencer la resistencia de los trabajadores, la gerencia recurrió a cortar todos los suministros de gas, agua, comida y asistencia médica. (Son incapaces de cortar la electricidad sin ver sus inmensas reservas de pintura solidificándose.) Miles de trabajadores se han congregado en las puertas de la fábrica en solidaridad y han organizado la provisión de comida y las necesidades básicas.
En 20 de julio, más de 3.000 de policía antimotines fueron movilizados de parte de los propietarios de la fábrica para poner fin a la ocupación. Tuvieron 300 vehículos, incluyendo cañones de agua, vehículos de iluminación, camiones con escaleras y helicópteros. (El correo electrónico de la empresa demostró que la compañía también consideró usar “gas adormecedor” para terminar la ocupación.) El arma Taser fue usada por la primera vez en un enfrentamiento con los huelguistas.
Mientras la policía continuó su avance violento al complejo, vinieron noticias del suicidio de la esposa joven de uno de los líderes del sindicato. La gerencia de la compañía habrían visitado las casas de los huelguistas, amenazando a encarcelar los activistas y confiscar sus casas para compensar las pérdidas de la compañía. La Confederación de Sindicatos responsabiliza a la compañía del homicidio de la madre joven y de las muertes de trabajadores en la enorme fábrica durante los años. “Despidos son, de hecho, asesinatos,” el sindicato ha tomado esta frase como uno de sus lemas. Otro mensaje pintado con espray en las paredes de la fábrica dice, “¡Si Uds. no van a hablar con nosotros, mátennos!”
La ira de los trabajadores despedidos ha alcanzado el punto de ebullición. Han rechazado las fuerzas del estado con implacable determinación y su arsenal de armas. Mientras los helicópteros bajaron el gas lacrimógeno y batallas campales se hicieron encarnizadas en el terreno, los trabajadores de Ssangyong crearon hondas fuertes para combatir el ejército invasor con lluvias de tuercas, pernos, y trozos de metal. La policía fue obligada encogerse debajo de redes y retirarse.
Hasta ahora los trabajadores mantienen la ocupación y la Confederación de Sindicatos Surcoreano está considerando sus próximos pasos. Ha pedido la solidaridad internacional y ha declarado que la ocupación es una lucha hasta el fin. Los líderes de la Confederación han sentado fuera del edifico de la Asamblea, ayunando, aun cuando dentro las reyertas siguieron a plena rendimiento.
Un nuevo período de lucha
Este enfrentamiento marca la abertura de una nueva oleada de lucha de clases en Asia, tal como marcó la magnífica huelga general de 1996-97 en Corea del Sur—la primera huelga contra la globalización. Mientras la crisis económica creció en aquella época, así ocurrió con las batallas de masas en toda la región contra los políticos reaccionarios atrincherados en sus cargos. La más notable fue el derrocamiento de la dictadura del General Suharto en Indonesia.
Hay que aprender las lecciones de esa época. Es vital la acción colectiva e independiente de clases contra los monopolios y los aún dirigentes partidos políticos capitalistas. Es una tragedia viendo los renombrados luchadores de clases, como el líder sindicalista que fue encarcelado hace mucho tiempo, Dita Sar, en Indonesia, recomendando apoyo para un candidata presidencial que tuve un compañero de fórmula un hombre que fue uno de sus carceleros—General Wiranto, un brazo derecho del dictador.
En la Corea del Sur, la Confederación de Sindicatos despotrica contra el Chaebol y llama para un rescate financiero de la industria automotriz para salvar los puestos de los trabajadores de autos. Que dicen sobre “cancelar” las acciones de Ssangyong y otras firmas extranjeras significa la nacionalización parcial de estas empresas. ¿Por qué no hacerlo por completo?
Como la CIT ha apuntado muchas veces, es muy oportuno para que el gobierno asuma el poder del Chaebol y para que los trabajadores y pobres comiencen a reorganizar y dirigir a los conglomerados a través de comités elegidos. La discusión de quitarles las garras o limitar su control sobre los bancos no resuelve los problemas. Una auténtica alternativa socialista, apoyada por un partido basado firmemente entre los trabajadores heroicos de Corea del Sur, es la única vía hacia adelante.
Para mensajes de solidaridad, póngase en contacto con:
Lee Changgeun, Confederación de Sindicatos Surcoreano. E-mail: inter@kctu.org,
o Jung Hye-won, El Sindicato Coreano de Trabajadores Metalúrgicos. E-mail: inter@metal.nodong.org
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