Historia: 70 aniversario del asesinato de León Trotsky

Las próximas revueltas de masas verán una vuelta a las ideas de Trotsky por parte de los trabajadores y los jóvenes

Hace setenta años, el mayor revolucionario con vida en ese momento, León Trotsky, fue asesinado por el asesino a sueldo de José Stalin, Ramón Mercader. Trotsky ya había sufrido varios intentos de asesinato pero esta vez un golpe mortal con un piolet destruyó el “cerebro” de la clase trabajadora y el símbolo de la oposición implacable al capitalismo y al estalinismo totalitario. Este hecho, celebrado en el Kremlin por Stalin y por la élite burocrática que él representaba, trajo también alegría a los gobiernos capitalistas de Europea, América y el resto del mundo.

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El intento de asesinato de las ideas de Trotsky por parte de los capitalistas

Robert Service, que en su reciente “biografía” ha cometido un nuevo asesinato contra Trotsky, esta vez de tipo político y literario, cita con aprobación las palabras de Winston Churchill al embajador de Rusia en Gran Bretaña en el momento de los famosos Juicios de Moscú, que sentaron las bases para el asesinato de Trotsky: “Mantendré un ojo sobre sus actividades por un tiempo. Es el genio siniestro de Rusia, y es muy positivo que Stalin haya tomado venganza contra él.”

Si pensaban que al matar a Trotsky podrían destruir sus ideas, estaban profundamente equivocados. Sucesivas generaciones – las capas políticamente más conscientes – cuando han entrado en lucha contra el capitalismo y el estalinismo, buscaron explicaciones e inspiración en los trabajos de Trotsky. Incluso en el periodo posterior a 1989 de contrarrevolución ideológica, sus ideas siguieron siendo atractivas. Ahora, enfrentados a la mayor crisis económica del capitalismo desde los años 1930 y la inevitabilidad de la masiva revuelta de los trabajadores y los pobres resultante, los ideólogos del capitalismo temen la influencia de las ideas de Trotsky. Ellos son conscientes, o al menos medio conscientes, de que en un periodo de rebelión de masas, hay una orientación hacia figuras como Che Guevara, que es visto como un combatiente por el socialismo y la liberación nacional pero oponiéndose a la burocracia, y León Trotsky. Necesitan una campaña de descrédito de Trotsky con el objetivo de cerrarle el camino a una nueva generación. Este es el propósito de libros como los de Robert Service y otros que se han producido en el último año.

“Dime con quién andas y te diré quién eres.” Service es un “amigo” del actual gobernador del Banco de Inglaterra y carnicero del estado del bienestar, Mervyn King. Él trata de crear la increíble impresión de que Trotsky, que fue asesinado por Stalin junto con gran parte de su familia y la heroica generación que él representó, fue de todas formas un hermano de sangre de Stalin y el sistema de terror burocrático que éste último representó. Como el estalinismo, parece que las ideas de Trotsky son también una “consecuencia natural” del bolchevismo, que tenía de manera inherente un carácter totalitario y autoritario. Esto, por supuesto, es una gran calumnia contra el partido que lideró Lenin, el partido bolchevique, el partido de los trabajadores más democrático de la historia y que lideró la Revolución Rusa, el evento más importante de la historia de la humanidad. El estalinismo, con sus métodos totalitarios y su eliminación del propio partido bolchevique, más que ser una continuación del bolchevismo, representan su negación.

El estalinismo no puede actuar como un polo de atracción, como hizo, por ejemplo, en los años 1930s y en el periodo inmediatamente posterior a 1945, cuando una nueva generación que se estaba moviendo hacia la lucha era mayoritariamente desconocedora de los crímenes del estalinismo. Éste no es el caso ahora. Por lo tanto, Trotsky, en este nuevo periodo explosivo, puede proporcionar un camino a seguir a través de su heroica lucha por la democracia de los trabajadores, y su método de análisis, no solamente en el crucial tema del estalinismo, sino también en las luchas generales de la clase trabajadora de hoy. Esto no significa que Trotsky sea “infalible”, como tampoco lo son Marx, Engels y Lenin. Pero él estaba más acertado, a veces espectacularmente, en los grandes asuntos a los que se enfrentaban el movimiento obrero de sus días. Un testimonio de su gran contribución es su análisis del fascismo en los años 1930s. Incluso entonces él estuvo dispuesto a corregir abiertamente sus anteriores comentarios sobre el “fascismo” en los años 1920s, cuando éste era un nuevo fenómeno. Entonces, con brocha gorda, incluso Trotsky tenía tendencia a describir los regímenes dictatoriales – como el de Primo de Rivera en España – como “fascismo”. Más adelante, reconoció que esto era un error y dio una definición mucho más precisa del fascismo, que aniquiló las organizaciones de los trabajadores, y sus diferencias con los regímenes militares bonapartistas, que siendo reaccionarios no consiguieron destruir todos los derechos y organizaciones democráticas.

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Las ideas de Trotsky no han “caducado”

Pero se argumenta que las ideas de Trotsky han “caducado”. Éste es el estribillo de los profesores y defensores del actual sistema. El “trotskismo” es, de hecho, una manifestación moderna de las ideas de Marx. Desde su comienzo, los mercenarios del capitalismo trataron de dar a entender que éste no es aplicable a las sociedades “democráticas”, particularmente después de las experiencias del siglo XX. Si el marxismo está “caducado”, ¿cómo es posible que nosotros, los marxistas, entendiéramos mejor el funcionamiento del sistema capitalista que los propios defensores de este sistema? Ellos argumentaron a través de su vocero Francis Fukuyama que el “fin de la historia” había llegado. El Wall Street Journal declaró en 1990, después de la caída del estalinismo que “nosotros (los capitalistas) hemos ganado”.

Los marxistas, por supuesto, reconocimos que la liquidación de la economía planeada como consecuencia de la caída del sistema totalitario que existía, era una derrota histórica de la clase trabajadora. Económicamente al menos, las economías planeadas de Rusia y el este de Europa, a pesar de la obstrucción que sufrían por la burocracia, eran un punto de referencia, un atisbo de lo que podría haber sido posible con la base de una democracia de los trabajadores. Una indicación del apoyo a los logros de la economía planeada apareció recientemente en el periódico The Guardian. Éste divulgaba que el actual régimen de Putin en Rusia estaba preparando la destrucción, en busca de ganancias económicas, del famoso primer banco global de semillas de San Petersburgo. Sin embargo, “durante la Segunda Guerra Mundial, 12 científicos rusos, como es bien conocido, decidieron morir de hambre antes que comer la inigualable colección de semillas y plantas que estaban protegiendo para la humanidad durante el sitio de 900 días a Leningrado”. [9 de Agosto]

Muchos “marxistas” se negaron a aceptar que la caída del estalinismo era un acontecimiento de la máxima transcendencia, mientras otros huían del campo de batalla. El CIT comprendió que mientras esto era una derrota – mayormente de un carácter ideológico – no obstante, no era una derrota en la línea de la destrucción de las organizaciones de los trabajadores por los fascistas en los años 1930s. Predijimos – virtualmente solos, aparte de por un puñado de comentaristas capitalistas que llegaron empíricamente a las mismas conclusiones, como por ejemplo Nouriel Roubini – que los mismos métodos que impulsaron al capitalismo después de la caída del estalinismo, golpearían salvajemente al sistema en algún momento. La colosal inyección de crédito, capital ficticio, dio lugar a la mayor burbuja de la historia. Fuimos acusados en ese momento de ser unos “catastrofistas primitivos”. Por el contrario, nos opusimos a aquellos marxistas – algunos de ellos durante un tiempo en las filas del Militante, anterior nombre del Partido Socialista y el Comité por una Internacional de los Trabajadores (CIT) – que predecían una recesión en 1987. Nosotros dijimos que utilizando las reservas del capitalismo alemán y japonés, éste podía encontrar una solución temporal. Sin embargo, en 2007, nosotros dijimos que el sistema entraría en una profunda crisis. Como después se probó. Nuestro análisis no estaba basado, como ocurre con los doctores de la brujería económica del capitalismo, en la alquimia, sino en un análisis científico del sistema. Éste, a su vez, depende del enfoque de Trotsky, que también se basó en los métodos de Marx. Si una idea explica de manera más correcta la situación actual, no importa lo “vieja” que sea, es el mejor método a mano. El marxismo ha demostrado a la postre ser muy superior para presagiar acontecimientos que los profetas de las clases pudientes.

Marx señaló que, en última instancia, el capitalismo está basado en la producción de beneficios para un puñado de millonarios, multimillonarios y billonarios – plutócratas económicos – y no en las necesidades sociales. La contradicción definitiva del sistema es que la clase trabajadora no puede comprar el valor completo de lo que ha producido. Esto viene del hecho de que la clase trabajadora solamente recibe una parte del valor que crea en forma de salarios. Marx describió la plusvalía como “trabajo no remunerado”. El sistema puede continuar mientras que la plusvalía sea invertida productivamente en la industria, la ciencia y la técnica – los medios de producción. Sin embargo, esta situación en un cierto momento da lugar a una crisis, que tiene como resultado la superproducción tanto de bienes de consumo como de bienes de capital. La propia idea de “superproducción” habría sido considerada absurda en todos los sistemas económicos anteriores, en un mundo de espantosa pobreza y necesidad. Pero la principal razón de este sistema son las ganancias, no la necesidad humana. La lucha por la plusvalía es el catalizador de un programa para reducir los salarios y la parte de riqueza que la clase trabajadora recibe.

Misería para billones de personas

Éstas eran las ideas teóricas expresadas por los socialistas del CIT, que están enraizadas en el análisis histórico de Trotsky, durante los años 1990s y la primera parte de esta década. Casi cada día se puede encontrar en la prensa confirmaciones del análisis marxista. En julio, el Financial Times señaló que 7 millones de trabajadores han sido despedidos de sus fábricas en EEUU desde 2007. Oficialmente, la cifra de desempleo en EEUU es de 15 millones, pero con el número de los sub-empleados y aquellos que deciden salir de la población activa, la cifra real es de 30 millones, el 20% de la fuerza de trabajo. El 10% de la fuerza de trabajo europea está desempleada. Sin embargo, este mismo artículo señalaba que el crecimiento de beneficios de las mayores empresas en los EEUU se disparó en un astronómico 36%, como consecuencia directa del despido de millones de trabajadores y el sufrimiento social que éste crea. Como resultado, la increíble cifra de 2 trillones de dólares está guardada en las tesorerías de las grandes compañías. Y aún así, los EEUU, como habíamos anticipado, están al borde de enredarse en una segunda caída en recesión.

¿Por qué ocurre esto? No hay ninguna salida “rentable” – en una supuesta situación actual de falta de demanda – para los capitalistas. Por lo tanto, no invierten. Al no hacerlo traicionan su misión, como señaló Marx. La única justificación histórica para el capitalismo, con sus desigualdades y su crueldad, es el desarrollo de las fuerzas productivas. Y aquí, en este momento, están claramente fracasando. En el este de Europa, a la que se prometió un “futuro floreciente”, aparece el mismo panorama. En Rumanía, por ejemplo, de una fuerza laboral de poco más de 9 millones, 1.200.000 están desempleados. Una imagen similar de desempleo masivo existe en Kazajistán. No es solamente desempleo masivo, sino más bien desempleo permanente – la idea supuestamente “desacreditada” de Marx del ejército de reserva de desempleados – que ahora también es visible en algunas de las ciudades más ricas de Europa. En Atenas, por ejemplo, grupos de inmigrantes y trabajadores ocupan todos los espacios abiertos. No tienen nada que hacer excepto intentar encontrar un empleo ¡de un día o incluso de una hora! El hecho de que el capitalismo siga arruinando el medioambiente es subrayado por el obsceno espectáculo de los especuladores hambrientos de dinero que están usando la excusa de los incendios que están engullendo Moscú para crear un lucrativo proyecto en colaboración con una empresa francesa. Los que están protestando contra esto, como los miembros rusos del CIT, han sido atacados por matones fascistas y han tenido que ser hospitalizados.

Capitalismo y guerra

La terrible amenaza de la guerra también se cierne sobre la humanidad. Afganistán es una guerra tan imposible de ganar como la de Vietnam. Además, la intervención de los EEUU es realmente más larga que en la guerra de Vietnam, y no se considera ya como el “disparate de Bush” sino como la guerra del presidente Obama. La historia ha proporcionado recientemente un aviso del precio que puede pagarse si se da el control a los representantes del capitalismo. En el aniversario de la guerra de Corea, cuyo número de víctimas estadounidenses casi rivaliza con el de la guerra de Vietnam, los archivos han revelado los detalles del enfrentamiento entre los EEUU y China. El general estadounidense MacArthur no solamente amenazó, como se suponía, con un ataque nuclear “preventivo” contra China, sino que estaba proponiendo el uso de 30 a 50 armas nucleares. Fue despedido por el entonces presidente Harry Truman. ¿Pero cuántos otros “MacArthurs” hay en el campo de los privilegiados gatos gordos y de la clase capitalista que no se quedarán en la amenaza de una “huelga” nuclear si sus intereses son puestos en peligro?

La crítica de Marx al capitalismo defendida persistentemente por Trotsky es muy simple. Si el sistema puede proporcionar trabajo, techo, comida, la abolición de la guerra y el racismo, la superación de divisiones nacionales, etc. entonces conseguirá mantenerse. Pero la esencia, por seguro, de la situación actual del capitalismo mundial es que es incapaz de resolver incluso las necesidades básicas de la humanidad, particularmente de los dos tercios que viven en países neo-coloniales. Esto fue resumido en el manifiesto del anterior presidente de Haití, Aristide, quién prometió abolir la “pobreza obscena” que afectaba a este país, pero que después de su toma de poder la reemplazó con la “pobreza aceptable”. Ni siquiera pudo conseguir. esto como la catastrófica situación después del terremoto en Haití demuestra. La idea de Trotsky de la “revolución permanente” mantiene su validez en los países del mundo neo-colonial. Ésta sostiene que la revolución democrática en la era moderna, irónicamente, no puede ser completada por los capitalistas. Las tareas de la reforma agraria, una democracia genuina y parlamento, libertad de los grilletes económicos y políticos del imperialismo, son imposibles para las débiles clases dominantes en estos países y regiones. Solamente la clase trabajadora, en alianza con los campesinos pobres, son capaces de completar la revolución democrática a nivel nacional. Pero entonces, para asegurar su victoria, tiene que continuar hacia las tareas del socialismo, tanto en la esfera nacional como internacionalmente. Éste fue el efecto de la Revolución Rusa que eliminó el latifundismo y el capitalismo, pero también provocó una ola revolucionaria a nivel mundial.

Aristide: ¡"Pobreza obscena" o "aceptable"!

Aristide: ¡"Pobreza obscena" o "aceptable"!

La Revolución Rusa y el auge del estalinismo

Pero los cínicos dicen: “Terminaréis con algún tipo de dictadura sangrienta”, como en Rusia. Esto es mentira. Rusia en 1917 fue un faro no solamente por la planificación económica y el socialismo, sino también por la propagación de la democracia de los trabajadores a las masas del mundo. El estalinismo surgió no de la Revolución Rusa en su periodo inicial, sino de su aislamiento. Algunos, como Service, argumentan que Trotsky, si hubiera vencido a Stalin, hubiera establecido el mismo “poder personal” como el que finalmente estableció Stalin. Esto evade la cuestión de que Trotsky, debido al aislamiento de la Revolución Rusa, el consecuente auge de la burocracia y la destrucción de la democracia de los trabajadores, podría haber tomado el lugar de Stalin sin violar su programa democrático y socialista tanto para Rusia como internacionalmente. Increíblemente, algunos marxistas van aún más lejos y defienden que Trotsky debería haber tomado el poder cuando se lo ofreció Antonov-Ovseyenko, el comisario jefe del Ejército Rojo en los años 1920s. Después de todo, Trotsky tenía en ese momento una inmensa autoridad – mucho mayor que la de Stalin – dentro del Ejército Rojo, no solamente entre sus filas sino también entre sus oficiales de los escalafones más altos que habían luchado con él en la guerra civil y derrotado a los 21 ejércitos del imperialismo. Pero Trotsky entendió que si aceptaba el “poder” de esta fuente, él acabaría siendo prisionero de quizá la peor “burocracia militar” que se habría inevitable desarrollado dado el aislamiento de la Revolución Rusa en ese momento.

Esto demuestra que Trotsky entendía, al igual que Marx, Engels y Lenin, que no es a través de maniobras, camarillas o supuestos golpes como el socialismo y el marxismo crecerán. Solamente basándonos en la conciencia de la clase trabajadora – su entendimiento político en cada etapa – e intentando llevarla hacia delante con un claro programa, eslóganes y organización, que el marxismo puede crecer verdaderamente. El CIT, por ejemplo, descendió después de la caída del estalinismo, y particularmente con la liquidación de la economía planeada. No podía ser de otra manera, debido a la orgía de propaganda capitalista a la que dio lugar. Los que intentaron negar la realidad fueron destruidos por la difícil situación objetiva de esa etapa. Muchos no quisieron reconocer la situación, y algunos incluso la intentaron disfrazar de “victoria” porque el estalinismo se había derrumbado por sí mismo. Pero no dijeron que esto estuvo acompañado por la liquidación de la economía planeada. El Partido Socialista y el CIT mantuvieron la pancarta democrática y socialista de Trotsky.

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Los trabajadores comenzando la lucha

Esto no ocurrió sin sufrir fracturas con oportunistas o de ultra-izquierda. Lo que no es inusual en un periodo como el que hemos atravesado. Lenin y Trotsky estuvieron envueltos en luchas similares en el periodo entre 1907 y 1911. Pero inevitablemente, como predijimos, el capitalismo se desajustó y comenzó un nuevo periodo. La lucha política, no solamente durante los periodos de marea alta en el movimiento obrero sino también en los periodos de retirada, es necesaria para prepararse para importantes eventos en el futuro. Los espléndidos movimientos de los trabajadores griegos y las próximas luchas en España, Portugal, Irlanda e Italia son solamente el comienzo de un nuevo despertar político de los trabajadores. El norte de Europa también se verá profundamente afectado. La huelga general de India en julio, aunque tuvo un carácter limitado, es una brillante imagen de lo que estar por venir en los países neo-coloniales debido a que el peso de la crisis se está cargando, cada vez más, en los hombros de la clase obrera y los pobres. Todos los gobiernos capitalistas de Europa, desde los más fuertes y “ricos”, como Alemania, hasta los más pobres como Grecia, Portugal y España en el sur, están intentando imponer sus planes de austeridad a la clase obrera. La resistencia es inevitable. Pero la resistencia en sí misma no es suficiente; también necesitamos unos programas y políticas claras, flexibilidad tácticas y eslóganes claros en cada etapa de la lucha. Esto es lo que Trotsky subrayó una y otra vez.

Trotsky indicó muchas veces como la clase obrera, algunas veces incluso “espontáneamente” han intentado cambiar la sociedad. En la Revolución Española, cuatro quintos del poder fueron conquistados por la clase obrera española, que aplastó el inicial golpe de estado de 1936 del fascista Franco. Pero sin un claro partido de masas de los trabajadores que creara un estado democrático obrero alternativo, el poder fue tomado de las manos de la clase trabajadora. Una imagen similar se dio durante los acontecimientos de Francia en 1968, en Portugal en 1974-5 y en muchos otros casos.

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Luchando por el programa marxista

¿Cuáles son las lecciones para el presente? Hay una necesidad urgente de crear una nueva fuerza de masas que pueda reunir juntas todas las luchas de la clase obrera, tanto en un plano sindical como también en la arena política. Esto requiere la “doble tarea” que el CIT se impuso a sí mismo a principios de los 1990s de luchar por la rehabilitación de las ideas socialistas para un movimiento de masas, y de mantener un claro programa marxista-trotskista.

Estamos en uno de los periodos más explosivos de la historia. Si la crisis económica ha demostrado ser “contagiosa”, extendiéndose de un país a otro, mucho más lo será el socialismo. En la revolución vietnamita, el imperialismo desarrolló la teoría del efecto “dominó”, que sostenía que si un país se perdía para el capitalismo, habría un derrumbe similar a través del Sureste Asiático. Hasta cierto punto, esto se cumple. Una victoria en uno de los países más industrializados, incluso en un país semi-industrializado como Grecia, tendría un poderoso eco a través de Europa y el mundo. Grecia ha tenido ya un impacto político muy importante aunque solo contribuye en un 0,5% al PIB mundial. Es a la combatividad de la clase trabajadora, peleando por resistir y vencer los ataques del capitalismo y simbolizada a través de seis huelgas generales, a lo que mira la clase obrera de toda Europa.

Estos acontecimientos abren un nuevo capítulo para la clase obrera en Europa y el mundo. Trotsky, que había sido relegado al estatus político de “no existencia” por sus oponentes, con Robert Service actuando simplemente como la última incorporación a estas filas, será resucitado como una de las mayores figuras no solamente en el movimiento obrero sino también en las luchas de toda la humanidad en el periodo convulso que se está abriendo.

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