Socialismo y derechos nacionales: Ucrania e Israel/Palestina

El conflicto sangriento en Ucrania y la masacre de palestinos en Gaza han vuelto a traer contundentemente la ’cuestión nacional’ a la agenda política. ¿Cómo podemos avanzar hacia una solución a problemas aparentemente inmemoriales e inextricables? Esta es una cuestión que el movimiento de los trabajadores se plantea de manera profunda, primero en las regiones inmediatamente afectadas por los conflictos, pero también en el movimiento obrero internacional.

Los acontecimientos de los últimos meses han subrayado que los diferentes poderes capitalistas son completamente reticentes e incapaces de proporcionar una solución democrática y justa a la situación en Ucrania. La total hipocresía del imperialismo estadounidense y del capitalismo europeo por un parte y del régimen oligárquico de Putin en Rusia por la otra, que intentan aparecer como defensores de ’las nacionalidades y minorías oprimidas’, engañarán a muy pocos trabajadores inteligentes. Lo que está en juego son sus brutales cálculos económicos e intereses estratégicos, políticos y militares. ’El derecho de auto-determinación’ es para ellos una frase vacía, tan insignificante que será rápidamente desechada si se cruza en su camino.

’Paralizaremos Rusia con sanciones’, advierten los mayores poderes imperialistas occidentales, liderados por EEUU. ’Responderemos con nuestras propias sanciones empezando por la toma de las propiedades de las compañías británicas, incluyendo Shell y British Petroleum’, responde el régimen de Putin.

Si los capitalistas, sus partidos y sus representantes no tienen solución, la izquierda, incluyendo los que se describen a sí mismo como marxistas, muestran una absoluta confusión e incapacidad ideológica frente lo que son terribles conflictos nacionalistas y étnicos en Ucrania y Oriente Medio. No hay un átomo de enfoque socialista, y no digamos marxistas, en el análisis de la mayoría de los que pasan por ’izquierda’ en Gran Bretaña.

Por ejemplo, en la reciente manifestación sobre Gaza en Londres un panfleto distribuido por ’Solidaridad con la Resistencia Antifascista en Ucrania’ proclama: "Estamos contra el apoyo del Reino Unido y los gobiernos occidentales contra el régimen de extrema derecha de Kiev". No hay nada equivocado en este eslogan, especialmente porque el gobierno de Kiev se ha apoyado en fuerzas de extrema derecha y neo-fascista en su campaña asesina en el este de Ucrania.

¿Pero dónde hay una condena similar al régimen imperialista y oligárquico de Putin con sus intenciones abiertas de dominar ’el extranjero cercano’, algunos de los países de la anterior Unión Soviética y, en este proceso, pisotear los derechos democráticos y nacionales? No se menciona, pero como uno de los partidarios más prominentes de esta campaña declaró durante su reunión inaugural: "No es de mi incumbencia criticar a la oligarquía rusa, pero si lo fuera, no la criticaría por intervenir demasiado sino por no intervenir en absoluto". Increíblemente, también añadió que “la cuestión nacional no es un problema" en Ucrania y que "cuando tienes al imperialismo estadounidense, la OTAN, Merkel, el gobierno británico y los fascistas ucranianos en un bando, sé en qué bando estoy". La implicación clara es que el movimiento de los trabajadores (recordemos que esto está viniendo de un ’marxista’) debe estar en el bando del régimen oligárquico de Putin y su intervención en Ucrania.

Nosotros, por otra parte, defendemos incondicionalmente las aspiraciones nacionales legítimas de los pueblos de Ucrania, Crimea, etc., mientras que nos oponemos y luchamos contra las fuerzas de extrema derecha o abiertamente fascistas en Ucrania, que en las recientes elecciones no obtuvieron más del 3% de los votos. Al mismo tiempo, abogamos por forjar y cimentar la unidad de clase, dando un soporte crucial a las fuerzas genuinamente socialistas incluso cuando éstas son débiles.

Sin fórmulas preestablecidas

Es vital apoyar las aspiraciones genuinamente democráticas y nacionalistas de los pueblos de Ucrania y la región. Por ejemplo, en relación con Crimea, era correcto apoyar el derecho de auto-determinación (incluyendo la secesión de Ucrania) que parecía ser el deseo de la aplastante mayoría de su población. Al mismo tiempo, es el deber imperioso de los marxistas cuando están dando su apoyo a los movimientos genuinamente independentistas el de defender los derechos de todas las minorías, como los tártaros y otras en el caso de Crimea.

Hubo afirmaciones de que el referéndum de Crimea no se realizó de manera justa y sin coacciones. Pero había poca duda de que la mayoría de la población estaba a favor de formar parte de Rusia. No obstante, todas las dudas podrían desaparecer bien a través de una elección para una asamblea revolucionaria constituyente, convocada a través de comités de masas para establecer cuál es el deseo del pueblo, o bien un referéndum democrático.

¿Significa esto que favorecemos el separatismo, la desintegración de los estados formalmente constituidos? No automáticamente. No hay una fórmula predeterminada en lo que concierne a la cuestión nacional. La situación en el terreno en Ucrania es muy fluida, y la demanda que puede ser correcta en una determinada etapa puede ser superada por los acontecimientos.

Pero no apoyamos la retención por la fuerza de un grupo o nacionalidad dentro de un estado que es considerado por estos como un opresor. Abogamos por una confederación voluntaria socialista. Así fue como se creó la auténtica Unión Soviética de Lenin y Trotsky, y no la caricatura estalinista que enmascaró la dominación centralista y burocrática de la élite rusa.

Pero como dijo Lenin hace más de 100 años, una nueva sociedad, una sociedad democrática y socialista, necesariamente no puede ser construida sobre la ’menor coacción’ contra cualquier nacionalidad o grupo. En general, el derecho de auto-determinación se aplica a una nacionalidad, vinculada a una distintiva entidad territorial. Sin embargo, a veces éste puede tomar la forma de una ciudad o entidad menor que se considera a sí misma separada de otros países o regiones. Por ejemplo, hemos previsto la futura posibilidad de una entidad para Bruselas, dentro de una confederación socialista belga, cuya población se considera diferente de las regiones tanto de Valonia como de Flandes.

De forma similar, la lucha en Ucrania, especialmente en el este de Ucrania, podría fragmentarse tanto a partir del conflicto sangriento que se está desarrollando ahora, que podría resultar no en la creación de estado o de un pequeño estado contiguo, sino en un proceso de cantonización de la región. La ciudad de Donetsk, de un millón de habitantes, ha sido bombardeada por las fuerzas del gobierno ucraniano y amenaza con convertirse en una ciudad fantasma. En ésta podría surgir una situación en la que la población demande la separación tanto de Ucrania como de Rusia y sería la obligación de todo marxista apoyar a la gente de esta ciudad en esta demanda y, al mismo tiempo, vincularla con la demanda de una confederación socialista de Ucrania y la región.

Este resultado no sería tan fantástico como sugieren los críticos. El mundo unipolar en el que los EEUU es el poder dominante, capaz de poner su sello en los acontecimientos, ha pasado a la historia. EEUU es aún el mayor poder económico y militar y lo seguirá siendo durante algún tiempo, pero su poder tiene límites. Ha surgido un nuevo síndrome ’post-Irak’, con una pronunciada preocupación por la guerra que está apuntalando la oposición a la política intervencionista de tropas sobre el terreno’. Las opciones ahora favorecidas son el bombardeo desde el aire y el uso extensivo de drones. Por otra parte, los bombardeos a menudo tienen efectos contrarios a los intencionados.

Israel y Palestina

Como el hilo de Ariadna, solamente un análisis marxista completo nos puede guiar a través del laberinto de la cuestión nacional. Esto es particularmente cierto en cuanto a la compleja cuestión de los derechos nacionales de palestinos e israelíes, de nuevo destacado por el conflicto de Gaza, con innumerables muertes y un cuarto de su población (1,2 millones de habitantes) desplazados.

El Comité por una Internacional de los Trabajadores (CIT) ha argumentado consistentemente que una salida de este conflicto que satisfaga los derechos de palestinos e israelíes es la solución a largo plazo de dos estados: una Palestina socialista y un Israel socialista, posiblemente con Jerusalén como capital compartida, y vinculado a la idea de una confederación socialista. Esta idea, junto con nuestra posición anterior contraria a sanciones indiscriminadas contra Israel (porque esto podría empujar aún más a los trabajadores israelíes a los brazos de su gobierno y la derecha) fue atacada en EEUU, con retraso, por la Organización Socialista Internacional (OSI).

El 17 de agosto, criticando a Alternativa Socialista (CIT en EEUU), escribieron que "su actitud sobre los trabajadores israelíes judíos es consistente con su posición política sobre el derecho de Israel a existir que históricamente ha mantenido su organización internacional, a la que pertenecen Alternativa Socialista y el Partido Socialista en Gran Bretaña, el CIT… Esta creencia en el derecho de Israel a su propia nación nos informa de la posición del CIT y de Alternativa Socialista sobre las campañas BDS (boycott, desinversión y sanciones). Pero está fundamentada en una premisa equivocada sobre el principio socialista del derecho de las naciones a la autodeterminación. En la tradición genuinamente marxista no hay apoyo a la posición de que un estado colonial (que es, por definición, un estado apartheid, ya sea el estado judío en el que los no judíos no están representados políticamente, o el estado sudafricano en el que los sudafricanos no blancos no estaban políticamente representados) tenga derecho a existir."

El derecho de auto-determinación no es un "principio socialista", como afirma la OSI, sino una tarea democrática. Los principios democráticos legítimos se apoyan y resuelven en esta época a través de la revolución socialista. Hemos contestado este argumento de esta organización y otras muchas veces:

"La ley más importante de la dialéctica es que la verdad es concreta. Desde un punto de vista histórico es indisputable que los trotskistas, empezando por el propio Trotsky, se opusieron al estado judío formado en el territorio de Palestina. Esta fue su posición general en el periodo de entre guerras. Sin embargo, modificó su posición después de que la persecución de los judíos por los nazis se hizo evidente. La situación había cambiado. Trotsky siempre fue flexible para tomar en cuenta nuevos factores. Había un sentimiento en parte de la población judía que quería salir de Alemania y Europa y junto a esto hubo un creciente apoyo al sueño de la nueva patria.

Trotsky razonó que bajo el socialismo, si los judíos querían un estado en, por ejemplo, una parte de África, con el acuerdo de los africanos, o en Latinoamérica, podría ser considerado. Pero no en Palestina porque esta sería una trampa sangrienta para los judíos. Es increíble como esta predicción se ha cumplido… El movimiento trotskista se opuso al establecimiento de un estado judío separado en Israel porque era una cuña contra la revolución árabe. Israel fue fundado como resultado de la colonización de tierras árabes, echando a los palestinos y usando una mezcla de retórica radical, incluso ’socialista’ y nacionalista dirigida a la población judía que había escapado de la pesadilla del Holocausto y la Segunda Guerra Mundial." (“El Marxismo en el Mundo de Hoy”)

Sobre el problema de países coloniales señalamos:

"Un estado o una serie de estados pueden establecerse desplazando brutalmente a sus habitantes, por ejemplo, la expulsión de la población griega de muchas partes de Asia Menor y de los turcos de Grecia después de la caída del Imperio Otomano. Si fuéramos atrás en el tiempo y redibujáramos los mapas, tendríamos ahora grandes intercambios de población. El resultado del terrible crimen de los judíos en Europa bajo el capitalismo nazi es que fue utilizado contra el pueblo de Palestina. Esto sigue siendo una verdad histórica irrefutable.

Sin embargo, la realidad ahora es que, con el transcurso del tiempo, se ha creado una conciencia nacional judía e israelí. ¿Qué tienen que decir los marxistas de esto? ¿Simplemente ignorar la situación real y continuar defendiendo la misma posición?. La solución de… (la OSI) y otros en la izquierda es un estado palestino, que era también nuestra política inicial, con derechos de autonomía para los judíos. No tenemos la posición de una solución de dos estados con una base burguesa, como defienden algunos grupos pequeños. Esto es un sueño utópico.

Propuestas anteriores preveían conceder a los palestinos solamente una pequeña porción de la Palestina histórica. Por ejemplo, la propuesta del anterior primer ministro israelí Olmert de una redivisión de Palestina, que está ahora fuera de la agenda, solamente dejaría un 10% como estado para los palestinos. Sería un nuevo Batustán. No sería un estado viable para los palestinos. No hay bajo el capitalismo una solución de dos estados viable. No se puede descartar un acuerdo provisional pero no es una solución a la cuestión nacional ni para los palestinos ni para los israelíes. Sin embargo, la idea de una solución con dos estados, de una Palestina socialista y un Israel socialista dentro de una confederación de Oriente Medio es, en esta fase, una demanda programática correcta" (Marxismo en el Mundo Actual, páginas 29-30).

Sin duda la OSI y otros desprecian la idea de una confederación socialista en Oriente Medio como una solución irrealizable para resolver los problemas de las masas en la región. Pero los propios capitalistas no desprecian los grandes beneficios económicos que surgirían de una confederación en la zona: "Por ejemplo, Egipto tiene costes laborales bajos pero un desempleo juvenil alto. La vecina Libia tiene un exceso de capital, grandes proyectos de infraestructura y una insaciable demanda de trabajadores. Turquía tiene experiencia en la construcción de aeropuertos, puentes y carreteras. Todo esto necesita conectarse. Según nuestros estudios, hay compromisos de envíos de fondos a Egipto por valor de 20.000 millones de dólares, pero sin ningún plan de inversión a largo plazo. La Liga Árabe, la estructura regional actual, no tiene la credibilidad, capacidad ni creatividad para ayudar a estas naciones a recobrarse". (Financial Times, 20 de junio de 2014).

Los capitalistas en Oriente Medio son incapaces de realizar un proyecto así. La clase trabajadora, sin embargo, trabajando de forma unitaria y estableciendo un socialismo democrático en la región sería capaz de implementar una confederación socialista.

La OSI ha comparado de manera tosca el Israel de hoy y Sudáfrica bajo el apartheid. Sin embargo, esto no refuerza sus críticas al CIT sino que las erosiona, ya que existen profundas diferencias entre la Sudáfrica del apartheid y el régimen de Israel, particularmente desde el punto de vista demográfico. Había 7 veces más africanos y otros grupos en Sudáfrica que población blanca. Pero ésta no es la situación de Israel y Palestina en este momento. Si se les amenaza con su destrucción, la población de Israel luchará.

En "Marxismo en el Mundo de Hoy" (página 32) escribimos:

"Incluso los que están a favor de la paz lucharían si su derecho a un estado separado se viera amenazado. La clase trabajadora israelí luchará si se les amenaza con echarlos al mar. Por lo tanto, se necesitan demandas transicionales para acercarnos a las masas. Nosotros proponemos a los israelíes que ellos decidan las fronteras de su futuro estado en una confederación socialista. Incluso es posible que los israelíes y los palestinos decidan vivir juntos en el mismo estado, con autonomía para ambos, en base a una revolución socialista en Oriente Medio. Esto no podemos decidirlo de antemano. Pero la dialéctica de la situación es que si intentas imponer una solución de un estado en este momento, será rechazada.

Israel es una herida abierta en la región. Una cuestión clave en la revolución de Oriente Medio es como separar a los trabajadores israelíes de su clase dirigente. Desafíalos, amenaza su idea de una patria israelí, y no habrá manera de conseguirlo".

Por el momento, tenemos que enfrentarnos al hecho de que los palestinos y los judíos han decidido que no pueden vivir juntos en un solo estado. Este es su estado de conciencia en este momento. ¿Qué debe contestar un marxista y un trotskista en esta situación? La OSI solamente repite fórmulas abstractas y dogmáticas que no guardan ninguna relación con la realidad sobre el terreno. Los socialistas y los marxistas no podemos obligar a dos pueblos separados a vivir en el mismo estado.

Campañas de boicot a Israel

En cuanto a las campañas BDS, la OSI critica un artículo de Judy Beishon en "Socialism Today" (revista mensual del "Socialist Party", CIT en Inglaterra y Gales) de junio de 2013. De nuevo, sus argumentos son completamente falsos e incorrectos. Ni Beishon ni el CIT se oponen a todos los boicots. Enfatizamos que solamente la acción de masas unitaria de los trabajadores israelíes y palestinos puede crear la fuerza para derrocar al capitalismo, tanto en Israel como en Palestina. Sin embargo, boicots con objetivos selectivos pueden jugar un papel en el debilitamiento del estado de Israel, por ejemplo, un boicot a la exportación de armas, al igual que bienes y productos de los territorios ocupados o un boicot a las universidades localizadas allí. Estas medidas pueden ser útiles para subrayar la opresión a los palestinos. Pero por sí mismas no serán suficientes para minar seriamente el poder del gobierno de Israel o de la clase dirigente, no más que las sanciones y el boicot de los productos sudafricanos debilitaron el régimen del apartheid. Además, un boicot de ciertos productos, que podría crecer ahora por el horror de los acontecimientos en Gaza, debería ser discutido tanto con los trabajadores palestinos como, particularmente, con los israelíes. Todo esto se discutía con detalle en el artículo de Judy, que nosotros apoyamos.

La OSI ha adoptado un enfoque similarmente parcial en relación al disparo de cohetes por Hamás hacia Israel. Nunca nos hemos opuestos al derecho de los palestinos a defenderse ellos mismos de los ataques de Israel, incluyendo la defensa armada en Gaza y los ataques legítimos contra objetivos militares en suelo israelí. No obstante, señalamos su inefectividad (es como usar cerbatanas contra tanques) pero también que pueden ser contraproducente cuando se utilizan indiscriminadamente contra civiles. Esto empuja a los trabajadores israelíes a los brazos de sus peores enemigos, el gobierno de derechas de Netanyahu, al igual que los ataques indiscriminados israelíes contra los civiles de Gaza no han debilitado la fuerza de Hamás.

La cuestión nacional es inconmensurablemente más complicada que la existente en tiempos de Lenin y Trotsky. Para los marxistas tiene dos caras. Por una parte nos oponemos al nacionalismo burgués que intenta dividir a la clase trabajadora y apoyamos la máxima unidad de la clase trabajadora por encima de las fronteras y en todo el mundo. Pero al mismo tiempo nos oponemos a la incorporación forzosa de nacionalidades distintas dentro de un estado contra su voluntad. Apoyamos la independencia de Ucrania pero nos oponemos completamente al régimen de Kiev y a su política de basarse en neo-fascistas y nacionalistas ucranianos y su supresión de los derechos de las minorías. De igual manera, nos oponemos al chovinismo de la Gran Rusia que apoyan Putin y sus simpatizantes y luchamos por la independencia de la clase trabajadora en su lucha por una confederación socialista en la región.

Solamente a través de un programa y perspectivas de clase claros, que evite la propaganda abstracta, se puede despejar el camino para ganar a los trabajadores al socialismo y al marxismo incluso en las duras condiciones objetivas de guerra y conflicto.

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