COLOMBIA: CRISIS Y GUERRA CIVIL EN COLOMBIA

Al no poder visitar la capital de Colombia, Bogotá, por ser considerada demasiado peligrosa, Clinton tuvo que pasar su breve visita en el centro costero de Cartagena. Protegido por unos 350 agentes norteamericanos y 5.000 soldados colombianos, Clinton se entrevistó con el presidente de Colombia, Pastrana, para dar su bendición al 'Plan Colombia'. Este plan ha intensificado la intervención norteamericana en la guerra civil y convulsiones sociales que actualmente sacuden a este importante país latinoamericano. La visita ocasionó una serie de operaciones militares por parte de las FARC, el ejército guerrillero activo más grande en América Latina en estos momentos.

La violencia y convulsión social que está devastando a Colombia representa una condenación tanto del capitalismo como del imperialismo. La industria de la droga ha penetrado el corazón de Colombia y ahora está consumando el resto. Los cálculos varían pero se opina que la industria de la cocaína genera más ingresos que el conjunto del PNB. Junto con las otras consecuencias sociales ocasionadas por el mercado libre, ha arruinado de forma brutal las vidas de millones de colombianos.

En una población de 40 millones resultan asesinadas cada año más de 25.000 personas. Colombia es ahora uno de los sitios más violentos del mundo. Entre 2 y 3 mil personas fueron secuestradas el año pasado. En los últimos doce años han asesinado a más de 2.500 activistas sindicales y otros miles han sido torturados o golpeados por escuadrones de la muerte vinculados a las Fuerzas Armadas, como las AUC (Fuerzas de Autodefensa de Colombia)

Durante la última década, más de un millón de personas han sido "desplazadas" por la guerra civil. El imperialismo occidental ha guardado silencio acerca de este desastre humano que ha visto a más gente desplazada que en Cojobo – gente forzada a abandonar sus casas debido a esta "guerra sin fronteras", tal y como se le dice en Colombia.

Las consecuencias devastadoras de la recesión económica que ha paralizado el país en los últimos años ha empeorado la catástrofe. Ante la peor recesión económica en más de 50 años, un 20% de la fuerza de trabajo se encuentra oficialmente desempleada, comparada con un 8% en el año 1994.

Los que pueden huyen del país; unos 200.000 emigran cada año. En 1999, unas 366.000 personas aplicaron por visas para vivir en EE.UU. , comparado con unas 150.000 personas 2 años antes. Con el país en hemorragia de muerte debido a la guerra, la intensificación del conflicto militar solo podrá incrementar esta efusión de gente.

Colombia ya cuenta con el más grande y más viejo ejército guerrillero en América Latina, las Fuerzas Armadas Revolucionarias, con más de 40 años involucrados en una lucha militar. Las FARC cuentan actualmente con entre 15 y 20 mil integrantes armados y, conjuntamente al ELN (Ejército de Liberación Nacional), la segunda fuerza guerrillera, controlan hasta un 40% del país. El reciente crecimiento de las FARC es un reflejo de la desintegración social que el capitalismo ha significado para Colombia.

En 1998 se le ha cedido el control de unas 16 mil millas cuadradas a las FARC. Esto lo hicieron para integrarles en un proceso de paz tras la elección de Pastrana como presidente. Esas elecciones se dieron después de que le habían quitado al presidente elegido, Samper, su visa de viaje a EE.UU. Eso fue porque los carteles habían aportado unos $6millones a su campaña electoral. Aunque las negociaciones tuvieron lugar, los enfrentamientos estallaban lo mismo, primero en una zona y después en otra. La continuación de la violencia ha significado que para la gran masa de la población no ha habido proceso de paz.

En esta caldera de tumulto social se ha aventurado brevemente Clinton con la propuesta del imperialismo norteamericano de intensificar su intervención, es decir el 'Plan Colombia'. Esto significa incrementar la participación del imperialismo norteamericano en la crisis que está sacudiendo Colombia. EE.UU. se ven implicados en una guerra que está luchando por poderes y que con toda probabilidad tendrá consecuencias devastantes para toda América Latina.

Algunos observadores recién advirtieron acerca de otro Vietnam, pero una comparación más precisa sería con la participación de EE.UU. en El Salvador en los años 80. En esa década, el imperialismo norteamericano envió asesores militares, fondos y ayuda material a los escuadrones de la muerte y al ejército salvadoreño para reprimir brutalmente a la gran masa de la población y al movimiento guerrillero FMLN. Sin embargo, se abstuvo de una intervención militar como la que emprendió en Vietnam.

La situación internacional y la oposición que provocaría en todo el continente y en EE.UU. mismos una intervención militar directa por parte del imperialismo norteamericano, descartan dicha posibilidad en estos momentos. Sin embargo, está teniendo lugar una intervención para subvencionar una guerra de poderes en Colombia.

La reciente intensificación de la intervención norteamericana en Colombia representa un cambio significativo en la reciente política adoptada por el imperialismo norteamericano en América Latina, o por lo menos en el norte del continente.

El imperialismo norteamericano está acelerando su intervención para proteger sus propios y numerosos intereses. Esto incluye la necesidad de crear una imagen de que estén tomando medidas contra los carteles. El efecto corrosivo de la droga en la sociedad está empujando a un sector de la clase dirigente a tomar algunas medidas para intentar limitar la cantidad de droga que entra en EE.UU. Esta ahora es una cuestión clave para el capitalismo.

Según las Naciones Unidas, en 1995 el comercio ilegal en drogas totalizó $400 mil millones, equivalente a un 8% del valor del comercio mundial. Esta cifra es superior al comercio mundial de hierro, acero y automóviles y más o menos igual al de textil, gas y petróleo. Informes más recientes señalan una expansión masiva de esta "industria" durante los últimos 5 años. Según el estadounidense "Informe Lugano" (publicado en forma de libro por la Prensa Plato en 1999), los ingresos generados por el comercio en droga equivalen a un 2% del valor total de la productividad mundial. Los cálculos más bajos afirman que el comercio ilegal en drogas corresponde a entre un 10 y un 13% del valor del comercio mundial. Si esta fuera una economía nacional sería más grande que la de Canadá. La pura dimensión de la industria de la droga está empujando a sectores de las clases dirigentes a considerar la posibilidad de legalizarla. También está forzando al imperialismo norteamericano a dar la sensación por lo menos de intentar hacer algo para enfrentar este problema en una de sus fuentes de provisión, es decir Colombia y América Latina.

Por primera vez, El Salvador acordó permitir a EE.UU. establecer una base anti-narcótica en el país. Será utilizada como base de operaciones hacia Ecuador y otros países. Esta política ha provocado una amplia oposición por parte de jóvenes y trabajadores, contrarios a la intervención norteamericana. Fue el apoyo de EE.UU. a los escuadrones de la muerte y a los militares en los años 70 y 80 lo que le costó la vida a centenares de miles de salvadoreños.

Según el 'Financial Times', las exportaciones de cocaína colombiana corresponden a un 80% del mercado norteamericano, más que doble el nivel de hace 2 años. La industria de la droga ha penetrado todo aspecto de la sociedad colombiana y un sector significativo de la "clase dominante" está compuesto por "barones de la droga". Según un reciente informe, tras 20 años de negocios, los traficantes de droga han acumulado un total de $75 mil millones, más que la totalidad del PNB de Colombia!

La catástrofe social en Colombia y en sus países vecinos está incrementando la oleada de refugiados que quieren cruzar el Río Grande para así poder huir de las desesperadas condiciones que existen en la mayoría de los países latinoamericanos.

Sin embargo, lo de la industria de la droga no es la única razón por la intervención norteamericana en la región. Aunque este sí es un factor, el imperialismo norteamericano lo utiliza como pretexto para justificar sus otros motivos por intervenir. Quieren infligir una derrota a las fuerzas guerrilleras que existen en Colombia, especialmente las FARC, y que han crecido rápidamente en el último período debido a la crisis social.

Esta y otras convulsiones regionales que están teniendo lugar han forzado un cambio en la política norteamericana hacia un intervencionismo más directo. El levantamiento en Ecuador, los procesos que están desplegándose en Venezuela en torno al movimiento de Chávez, las manifestaciones de masas en Bolivia y en el Perú contra Fujimori (pese a la política pro-capitalista de la oposición), provocan una profunda preocupación a los estrategas del imperialismo norteamericano. El crecimiento de las FARC se debe a estos procesos.

Estos y otros movimientos representan una nueva etapa en la lucha de las masas latinoamericanas y, potencialmente, amenazan los intereses del imperialismo norteamericano. Regímenes populistas radicales como el de Chávez en Venezuela podrían ser empujados por los movimientos sociales de masas y por la crisis social a tomar medidas que entren en conflicto con los inmediatos intereses del imperialismo y de sectores de la clase dirigente. La derecha venezolana ha denunciado a Chávez por sus vínculos con las FARC en Colombia. El embajador norteamericano también protestó acerca del mismo tema. El hecho de que Chávez haya prohibido los vuelos de EE.UU. sobre Venezuela refleja su conflicto de intereses con el imperialismo norteamericano.

El imperialismo norteamericano está planeando infligir una fuerte derrota a las FARC. Así, espera acobardar a las masas de la región y al mismo tiempo advertir a regímenes populistas como el de Chávez para que no adopten políticas que entren en conflicto con sus intereses.

Sin embargo, una mayor intervención no creará la estabilidad anhelada por EE.UU., sino que provocará ulteriores convulsiones y crisis. Tendrá un impacto devastador sobre la gente pobre en el campo y en las ciudades y amenazaría con desbordar en los países vecinos, agravando de tal modo la crisis que ya existe allí.

La intensificación del intervensionismo norteamericano en la región fortalecerá con certeza los sentimientos anti-imperialistas en toda América Latina. Esto hasta se reflejó en la reciente cumbre de los doce presidentes latinoamericanos. Los principales países no aprobaron el 'Plan Colombia'. Dicha cumbre rechazó el llamamiento de Clinton para que América Latina apoyase una ofensiva general tanto militar como policial por parte de EE.UU. contra los traficantes de droga en la región. Tal decisión refleja el temor de los representantes del capitalismo latinoamericano ante un renacimiento de la conciencia anti-imperialista en la región. También indica su oposición a ulteriores incursiones norteamericanas. Tal y como afirmó el 'Herald Tribune' el 4/9/2000, "se vislumbraba sobre la reunión una cierta inquietud por lo que el presidente Chávez de Venezuela definió como la amenaza de la 'Vietnamización' de la entera región amazónica".

Reflejando su postura contradictoria, Chávez afirmó; "Apoyamos el 'Plan Colombia' con tal que no genere actividades de combate que podrían complicar nuestra situación". Pero eso es exactamente lo que provocará el 'Plan Colombia'. Chávez planteó el establecimiento de una OTAN latinoamericana capaz de organizar sus propias patrullas al tráfico de drogas.

El imperialismo norteamericano ha dedicado $1.3 mil millones a esta intervención. Incluso previo a este programa de "ayuda", Colombia era el tercer principal recipiente de asistencia militar norteamericana, detrás de Israel y Egipto. La gran parte de esta "ayuda" será para entrenamiento y materiales militares. Incluirá el uso de herbicidas de hongo contra las hojas de coca. Las zonas propuestas por el ejército colombiano son exclusivamente las que se encuentran bajo el control de las FARC en el sur del país.

La hipocresía del imperialismo norteamericano se refleja ante su negativa a enfrentarse a las organizaciones paramilitares de derecha, como las AUC, que están fuertemente involucradas en la industria de la droga. Las AUC cuentan, como mínimo, con unos 5.000 integrantes armados. Sus orígenes están en varias milicias dispares, formadas durante décadas, primero por el ejército y posteriormente por terratenientes y traficantes de droga, para luchar contra las FARC y otros grupos guerrilleros.

Según declaró uno de sus líderes, el 70% de los ingresos de las AUC provienen de la droga. Las AUC también poseen su propio territorio, donde purifican las hojas de coca para la producción de cocaína. Respaldados por los agricultores de bananas y otros sectores de la clase dirigente, estos organismos han cometido matanzas horrendas. Las AUC confesaron que el año pasado habían participado en el asesinato de más de 900 personas. En un episodio, un cuerpo de 300 efectivos asesinó a 28 personas en la provincia de Bolívar. A varios los torturaron en el pueblo y después los decapitaron. Estas fuerzas no serán afectadas por el 'Plan Colombia'. Pero sí afectará a los pobres que viven en el campo y a los ejércitos guerrilleros, dejando indemnes a los carteles en las ciudades. Esto a su vez provocará una nueva oleada de refugiados y desplazados de las zonas de batalla. Tal y como afirmó Simón Trinidad, uno de los líderes de las FARC; "toda Colombia sabe donde se encuentran los narcotraficantes. Ellos están en Medellín, en Bogotá, en Cali", etc.

A comienzos de este año hubo un episodio que demuestra las consecuencias corrosivas de la droga sobre la sociedad y la hipocresía del imperialismo norteamericano. El director del proyecto anti-droga norteamericano en Colombia, el coronel James Heitt, junto con su mujer, fue condenado bajo acusa de contrabando de cocaína a EE.UU. La pasaban por la aduana en una bolsa diplomática!

El 'Plan Colombia' no podrá resolver el problema de la droga debido a la situación social que se ha desarrollado bajo el capitalismo. Un semejante proyecto ha sido aplicado tanto en Bolivia como en el Perú. Datos oficiales revelan que el porcentaje de tierra utilizada para la producción de coca en el Perú se redujo de un 33% entre 1995 y 1999. Lo mismo ocurrió en Bolivia. Pero en Colombia más que duplicó desde 1995. Es decir, la producción simplemente ha sido trasladada hacia el norte y podrá ser trasladada otra vez, si los carteles no tienen otro recurso.

La propuesta de proveer recursos a los cultivadores de coca y a los trabajadores del campo para la producción de cosechas alternativas no podrán desarrollarse bajo el sistema capitalista. La enorme expansión del cultivo de las hojas de coca por los agricultores locales se debió en parte a la crisis en otros sectores de la agricultura. Para no pasar hambre, se vieron obligados a cultivar las hojas de coca. El precio de las hojas de coca por kilo ha triplicado desde 1998 y ahora cuesta $1.50 por kilo. Los pequeños agricultores y campesinos se dedican a su producción porque es la única forma de sobrevivir. Los programas de ayuda planteados por EE.UU. equivalen a una gota en el océano si se considera que Colombia se encuentra en su más profunda recesión en casi 60 años.

Por tradición, los pueblos indígenas de Colombia, Bolivia y Perú han cultivado las hojas de coca para masticar o para beber como té. No obstante, las grandes plantaciones que actualmente existen en Colombia han sido desarrolladas debido a la crisis en otros sectores agrícolas y a la demanda de cocaína en EE.UU. y en Europa. Es necesario para la región un programa de reforma agraria y un plan de producción socialista democrático para que los pequeños agricultores y los campesinos puedan volver a cultivar productos tradicionales y que, al mismo tiempo, se les permita cultivar hojas de coca suficiente para el consumo en su forma no refinada. Esto, tradicionalmente, ha formado parte de su cultura durante siglos.

Las FARC han equivocadamente adoptado una política de cobrar impuestos tanto a los productores de droga como a los ricos terratenientes en las zonas bajo su control. Una política socialista revolucionaria incluiría un programa de reforma agraria basada sobre la expropiación de los grandes latifundios, la distribución de tierras a los campesinos y la expulsión de los traficantes de droga y sus ayudantes. Vinculando este movimiento con las luchas obreras en las ciudades, sería posible derrocar al régimen y establecer un gobierno obrero y campesino a base de un programa socialista. Dicho gobierno debería de introducir un plan de producción socialista democrático para la industria y la agricultura y hacer un llamamiento a la clase obrera de América del Norte y del Sur, con la perspectiva de formar una Federación Socialista de América del Norte, Central y del Sur. Este es el único modo de solucionar los problemas de los campesinos, pequeños agricultores y la clase obrera, además del problema de la droga.

La intervención de EE.UU. en Colombia abarca la presencia de más de 300 "asesores" en cualquier período, superior al número de efectivos desplegados en El Salvador durante los años 80. Las brigadas que estos "asesores" norteamericanos están entrenando tienen vínculos con los escuadrones de la muerte que operan a lo largo y ancho del país. Según el grupo de derechos humanos basado en Nueva York, 'Human Rights Watch', más de la mitad de las 18 brigadas del ejército colombiano participan directamente en actividades paramilitares. Estos organismos actúan por toda Colombia, incluyendo en aquellas zonas destinadas a recibir ayuda militar de EE.UU. Significa que EE.UU. están comprometidos a respaldar a los que luchan en contra de los carteles y también a los que colaboran con ellos! No hay sector de la clase dirigente que tenga manos limpias en este conflicto.

EE.UU. calculan que la intensificación del conflicto militar ocasionada por el 'Plan Colombia' creará otros 10.000 refugiados. Según las principales agencias de ayuda que trabajan en el país, esta cifra será como diez veces superior.

Además, el impacto de la pulverización aérea de la cosecha será devastante. El intento de destruir la coca resultará en la destrucción de otros productos, lo cual forzará la emigración de los campesinos o otras regiones. Uno de los herbicidas que no han sido descartados por el gobierno colombiano es el fusario. Este agente químico no solo destruye la cosecha sino que el índice de mortalidad de gente infectada por él alcanza un 76%. El gobierno colombiano ha recomendado un estudio "meticuloso". Algunos informes revelan que este herbicida ha sido utilizado clandestinamente por las Fuerzas Armadas en el Perú y en Bolivia.

Las FARC han ganado un apoyo significativo entre un sector de jóvenes y de capas oprimidas que han sufrido a manos del ejército y de los escuadrones de la muerte y que desesperadamente desean luchar contra el régimen. Se les critica porque están reclutando a sus filas a jóvenes de 14 y 15 años de edad. Sin embargo, incluso este es un comentario sobre la miseria que sufren muchísimos embestidos por el capitalismo. Si están utilizando a jóvenes de la misma edad para trabajar en las minas de carbón como mano de obra barata. Al plantearle este punto, Simón Trinidad de las FARC contesta; "reclutamos a partir de los 15 años. A algunos que quieren adherirse les decimos que vuelvan a la casa. Pero, por ejemplo, tenemos a una chica de San Vicente de 14 años de edad que quería afiliarse. Su madre le suplicaba a que volviese. Después, resultó que trabajaba en un bar donde le obligaban a prostituirse a los clientes. Ahora ella tiene respecto, un uniforme, una educación. Hay un millón de niños explotados trabajando en las minas."

Una señal de la desesperación que enfrentan los sectores más explotados de la sociedad colombiana lo ilustra la lucha del pueblo indígena, los U'wa. Están involucrados en una lucha contra la multinacional petrolera norteamericana, 'Occidental Petroleum'. Este conglomerado ha recibido el permiso de explotar las reservas de petróleo que se encuentran en el territorio tradicional de los U'wa y que, si se realizara, destruiría sus tierras. Unos 3.000 U'was amenazaron con suicidarse lanzándose de un precipicio en el medio de la selva.

Una fuerte ofensiva militar contra las FARC, lo que parece muy probable, fortalecerá sin dudas su apoyo entre capas de jóvenes y campesinos pobres. El papel asesino de las AUC y de las unidades del ejército entrenadas por EE.UU. ganará a las FARC una cierta simpatía por toda América Latina.

Pero, al mismo tiempo, las FARC, debido a sus métodos equivocados, a la falta de un programa socialista revolucionario y a su participación en la industria de la droga, también han enajenado a amplios sectores de la clase obrera y de la población urbana.

Las FARC fueron fundadas hace casi 40 años como brazo armado del Partido Comunista. Han construido una base de apoyo tradicional importante en algunas zonas rurales del país. Aunque, a través del PC, históricamente han mantenido una orientación importante hacia las ciudades, ven cada vez más a los sindicalistas y a la clase obrera como un factor auxiliar a la lucha militar en el campo.

Esta política ha sido combinada con la adopción de la teoría de las dos etapas, promulgada por los PC's a escala internacional, y en varios momentos con la idea de formar gobiernos de coalición con el ala "progresista" de la clase dirigente. La teoría de las dos etapas plantea que en países como Colombia haría falta primero ganar la independencia del imperialismo y después desarrollar el capitalismo nacional antes de emprender el camino de la revolución socialista. Por lo tanto, la tarea inmediata no sería la lucha por el socialismo sino de colaborar con los sectores progresistas de la burguesía para desarrollar el capitalismo.

Trotsky y posteriormente Lenin rechazaron esta idea y plantearon que la burguesía en los países menos desarrollados era incapaz de desarrollar la sociedad o de completar las tareas de la revolución democrática burguesa. Estas tareas incluyen romper con el dominio imperialista, desarrollar la industria, solucionar la cuestión agraria y unificar la nación, conjuntamente a la formación de una democracia parlamentaria estable. Estas tareas hoy en día pueden ser completadas por la clase obrera como parte de su lucha por construir el socialismo, lo cual significa extender la revolución socialista a los países más industrializados. En países donde la clase obrera constituye una minoría de la población aún desempeña el papel clave en la revolución socialista. Puede ganar apoyo a su programa entre los campesinos pobres y las clases medias que también se ven explotadas por la existencia del capitalismo y del latifundismo.

En la revolución socialista, la clase obrera desempeña el papel dominante debido a su conciencia colectiva y a su capacidad de actuar como clase. La construcción del socialismo exige la participación activa y consciente de la clase obrera.

El papel dominante de la clase obrera en la revolución socialista también es aplicable en países donde constituye una minoría de la población. Los campesinos pobres juegan un papel importante en la revolución mediante la conducción de una guerra revolucionaria en el campo, si vinculan su lucha al papel dirigente de la clase obrera en las ciudades.

Desgraciadamente, las FARC no aceptan estas ideas y la campaña militar en el campo asume un papel primario al movimiento en las ciudades. Al igual que toda organización guerrillera, ellos consideran su ejército como sustituto a un movimiento de masas consciente. Esto se refleja en sus estructuras y en los métodos administrativos que utilizan en las zonas bajo su control.

Según parece, tienen apoyo en las zonas bajo su control pero no existe un sistema de democracia obrera y campesina. Los jefes militares mandan de una forma arbitraria. Hasta en condiciones de guerra, un movimiento socialista revolucionario establecería un control democrático por parte de los obreros y campesinos sobre su propio ejército.

Tras el colapso de los viejos estados estalinistas en Europa del Este y la URSS, su dirección, al igual que otras fuerzas guerrilleras en América Latina, abdica cada vez más plantear la idea del socialismo, dejándose convertir a su vez al capitalismo. Esto las FARC lo han hecho en parte y han organizado visitas para negociar con representantes del capital europeo y ni mencionan el socialismo en su propaganda.

En otros países latinoamericanos este proceso ha permitido que algunas viejas organizaciones guerrilleras hicieran la paz con el capitalismo para integrarse al "proceso político". En Chile, Brasil, Uruguay y otros países, algunos viejos guerrilleros ahora son miembros del parlamento e incluso desempeñan cargos ministeriales. También en Colombia el M19 pudo hacer eso. Las FARC intentaron esta adaptación a la vida "política institucional" en los años 80 pero cobraron un precio terrible.

El partido recomendó aceptar la oferta de paz y fundó la Unión Patriótica para integrarse al proceso electoral. Resultaron elegidos 18 alcaldes. Pero los escuadrones de la muerte no estuvieron dispuestos a aceptar tal compromiso. Unos 3.000 miembros de las FARC y otras organizaciones guerrilleras fueron masacrados, incluyendo el candidato presidencial y 13 de los 18 alcaldes elegidos. Tales experiencias, combinadas con la profundización de la crisis social y la intervención del imperialismo norteamericano, complican la aceptación de cualquier "proceso de paz".

Sin embargo, las FARC, debido a la profundidad de la crisis social en Colombia y a la continuación de su guerra con los militares, ha conservado algunas de sus características "socialistas" en las zonas bajo su control. Murallas del Ché y algunas banderas rojas aún están de moda. Pero el programa que plantean tanto las FARC como su recién formada ala política no pone de manifiesto la idea del socialismo.

Las FARC acaban de lanzar una organización política, el 'Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia'. Esto en parte resuena algunas de las ideas defendidas por Hugo Chávez en Venezuela. Las ideas avanzadas por las direcciones de estos movimientos no desafían el sistema capitalista. No obstante, para las masas explotadas, representan una oposición a la política liberal y un rechazo del sistema capitalista. Reflejan una nueva etapa en América Latina tras la década de los 90 y las consecuencias del colapso de los viejos regímenes estalinistas.

El Movimiento Bolivariano exige justicia social, una auténtica redistribución de los ingresos, soberanía e independencia nacional y defensa de los derechos humanos. Exige la aplicación de la nueva tecnología para el desarrollo nacional y la inversión de los ingresos provenientes del petróleo en el campo, en la industria, en la educación, en la vivienda, etc. Sin embargo, para lograr todo esto hace falta una Federación Socialista a escala continental.

Este programa nacionalista radical pequeño burgués expresa muchas de las reivindicaciones de las masas explotadas pero no intenta romper con el capitalismo. La crisis que enfrenta Colombia significa que dicho programa no se puede cumplir dentro del contexto del capitalismo.

Además, las FARC también están involucradas en la industria de la droga y permiten a los traficantes trabajar en sus zonas. Aunque mantienen no estar directamente implicados en el tráfico de droga, las FARC les cobran impuestos a los carteles. Se calcula que un 60% de sus ingresos provienen de esta fuente.

Conjuntamente a los métodos del terrorismo urbano y los secuestros, su participación en la industria de la droga, sin dudas, ha enajenado a sectores de la clase trabajadora en las ciudades. Tras años de masacres y conflictos existe un deseo por la paz y de poner fin a la violencia. Esto se vio en la multitudinaria manifestación de 5 millones que se celebró en apoyo al proceso de paz en 1999. Pero los métodos y la política de las FARC significa que no han podido echar exclusivamente la culpa por la violencia al Estado burgués, a los escuadrones de la muerte y al imperialismo norteamericano y no han podido ganar un apoyo de masas entre la población urbana. Sin embargo, es probable que crezca el apoyo y simpatía hacia las FARC, especialmente entre los jóvenes, a medida que comienza la proyectada ofensiva militar.

Además, las FARC no participaron en algunos de los recientes movimientos que abarcaron a amplios sectores de la clase trabajadora en las ciudades. Tuvieron lugar en Colombia doce huelgas generales del sector público entre 1998 y 1999. Estas se dieron en contra de los programas de austeridad que el gobierno ha introducido.

La intensificación de la intervención norteamericana en Colombia conmemora una nueva etapa en la crisis de América Latina. Agravará el conflicto y amenaza con extenderse a los países vecinos. Jóvenes y trabajadores en todo el continente y a escala internacional han de oponerse a esta intervención del imperialismo norteamericano.

La lucha por construir una alternativa socialista auténticamente independiente basada sobre la clase obrera y capaz de derrotar al imperialismo y al capitalismo, es más urgente que nunca, para así poder establecer una Federación Socialista de América Latina.

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