ELECIONES EUROPEAS: UNA REVUELTA CONTRA EL ESTABLISHMENT CAPITALISTA

La extrema derecha progresa, pero la verdadera izquierda acumula algunos éxitos.

El “terremoto” previsto desde hace tiempo -El triunfo electoral de la extrema derecha y aliados- ha tenido lugar realmente en algunos países clave de la Unión Europea. En Gran Bretaña, el Ukip (United Kingdom Indenpendant Party) ha tomado la posición de primer partido, empujando así el partido Laborista a una segunda posición y a los Conservadores (partido en el poder), en un vergonzoso tercer lugar. Los Liberales-Demócratas (también en el poder en coalición con los Conservadores) han sido totalmente humillados y ya solo les queda un eurodiputado.

En Francia, el partido “Socialista” en el poder ha sufrido una derrota todavía más catastrófica siendo reducido a un 14% del escrutinio,el Frente Nacional de Marine Le Pen puede así hablar de una victoria, tanto frente a los mal llamados “socialistas” de François Hollande, como frente al partido de derechas UMP.

La extrema derecha ha logrado captar los votos de numerosos trabajadores que anteriormente tenían puesta su mirada en la izquierda y los partidos obreros. La extrema derecha ha conseguido desviar la cólera y la amargura de los trabajadores contra el empobrecimiento creciente, hacia un voto de castigo contra la austeridad, pero también, contra la inmigración, presentada como causa de todos sus males. El Partido del Pueblo Danés, de extrema derecha, igualmente ha recogido la mayoría de los sufragios mientras que los euroescépticos y los partidos de extrema derecha han prevalecido en los países nórdicos.

Incluso en Alemania, Alternative für Deutscheland, un partido euroescéptico relativamente nuevo, obtuvo sus primero escaños en el Parlamento Europeo, mientras que el partido de Ángela Merkel (CDU) sufrió su peor resultado en unas elecciones europeas. El partido neofascista NPD ganó un escaño, así como cierto número de pequeños partidos “contestatarios”.

El nuevo Primer Ministro italiano Matteo Renzi resistió a esta tendencia, pero solo porque aún está en plena luna de miel, y que los trabajadores necesitan una cierta estabilidad. Pero esto cambiará, cuando sus ataques contra la clase obrera sean lanzados.

Las alternativas a la extrema derecha

Este avance presumiblemente inexorable de la extrema derecha, sin embargo, no se ha manifestado en la totalidad; particularmente allí donde los trabajadores se beneficiaban de tener la alternativa de votar a partidos de masas de izquierdas u obreros. Este fue el caso en los Países Bajos (Partido Socialista de los Países Bajos, la Social Democracia, representada por el PDVA, y el Partido del Trabajo).

A pesar de las insuficiencias políticas de este partido que concernían a su programa y a pesar de su falta de democracia interna, actuó como un polo de atracción para los trabajadores, limitando así los sufragios hacia la extrema derecha.

Lo mismo pasó en Grecia, donde Syriza estuvo a la cabeza del escrutinio con un 26% de votos, es decir, un 4% por encima de Nueva Democracia, el partido de derechas que está en el poder. El partido neofascista Amanecer Dorado obtuvo más del 9% de los votos y por primera vez entra en el Parlamento Europeo. Sin duda, los neofascistas habrían tenido aún más desventajas, si Syriza y su dirigente Alexis Tsipras, no hubieran edulcorado algunas de las reivindicaciones más radicales; tales como la anulación de la deuda y la nacionalización de la banca, basándose en la convicción errónea de que un enfoque más “moderado” reforzaría su popularidad.

Una de las buenas noticias venidas de Grecia es la victoria de Nikos Kanellis, miembro de la sección griega del Comité por una Internacional de los trabajadores ( CWI-CIT), Xekinima, orgaización ubternacional a la que también pertenece Socialismo Revolucionario, con la ocasión de las elecciones locales celebradas simultáneamente fue elegido en Volos (importante ciudad portuaria e industrial griega de 144.00 habitantes ). Esta es solo una muestra de la orientación que los trabajadores griegos, que sufren desde hace mucho tiempo, tomarán en bloque en el futuro.

En España, el partido en el poder no salió mal, a semejanza de partido social demócrata de la oposición PSOE, cuyo secretario general dimitió. Pero los partidos y formaciones de izquierdas como Izquierda Unida y Podemos tuvieron, por el contrario, buenos resultados.

Algo similar pasó en Irlanda donde las elecciones locales se desarrollaron al mismo tiempo que las europeas, en general, los principales partidos capitalistas (el Fianna Fail y el Fine Gael) cayeron, e incluso el partido laborista irlandés recibió una severa paliza. Los laboristas participaron en el gobierno y presidieron la aplicación de una política de austeridad viciosa. Su dirigente, Eamon Gilmore, fue obligado a dimitir.

Pero, igual que en España y Grecia, allí donde una alternativa de izquierdas estuvo presente, esta contó con un sólido apoyo. En el caso del Socialist Party (sección del Comité por una Internacional Obrera en la República Irlandesa y partido hermanado con Socialismo Revolucionario) esto pasó de forma espectacular. La elección al Dáil (el parlamento irlandés) de Ruth Coppinger a lo largo de una sesión de elección parcial parlamentaria, así como 14 consejeros municipales elegidos en Dublín, Cork y Limerick, representan un verdadero triunfo para el auténtico socialismo marxista.

Desafortunadamente, Paul Murphy no fue elegido al Parlamento Europeo, a pesar de 30.000 votos de la primera vuelta (las elecciones legislativas en Irlanda se desarrollan según el principio de escrutinio de voto único transferible, donde el elector no se contenta con elegir su candidato preferido, sino que da un orden de preferencia al conjunto de candidatos, NDLR). Uno de los factores que condujo a su derrota fue la vergonzosa decisión del Socialist Workers Party (SWP) de oponerse a Paul, que ya era eurodiputado, proponiendo otro candidato, lo que abrió una nueva vía a otra candidatura.

Fue un golpe dirigido, no solo a Paul, a la izquierda del movimiento de trabajadores irlandeses y al Comité por una Internacional de los trabajadores , sino igualmente a todos los trabajadores que estuvieron implicados en las luchas en toda Europa, e incluso más lejos; el pueblo palestino, los militantes de Sri Lanka, los trabajadores de Kazakhstan y otros. Todos hubieran contado con Paul junto a ellos como un enérgico combatiente.

Este ejemplo flagrante de odio y sectarismo (anteponer los propios intereses a corto plazo antes de los de la izquierda y la clase obrera) ha sido silenciado por los homólogos de SWP irlandés a escala internacional, y en particular en Gran Bretaña donde le SWP es formalmente miembro de la alianza de la Coalición de Sindicalistas y de Socialistas (TUSC, Trade Unionsit and Socialists Coalition) junto al Socialist Party de Inglaterra y País de Gales, sección local del CWI-CIT y partido hermano del Socialist Party Irlandés.

Cólera anti-establishment

¿Qué conclusiones hay que sacar de las elecciones? En primer lugar, que los resultados de las elecciones nacionales, locales y europeas representan una revuelta contra el conjunto del establishment capitalista, incluidos los dirigentes de los antiguos partidos obreros como Miliband (Partido Laborista de Gran Bretaña), Hollande (PS, Francia) etc. Estos dirigentes hablan de “alienación” y “desilusión” masivas sin jamás admitir verdaderamente que esta constatación no se aplica solamente a las realizaciones de los partidos de derechas, sino igualmente a sus propios partidos.

Si unos partidos alternativos de masa de la clase trabajadora no están presentes ahora, teniendo una alternativa de lucha y socialista claras, estas masas desengañadas pueden orientarse, por desesperación, hacia la extrema derecha. No podemos ni imaginar el impacto extraordinario que hubiera tenido la decisión de dirigentes sindicales de Gran Bretaña de contribuir a la construcción de un nuevo partido obrero para estas elecciones y para las próximas. Es el caso particular de Len McCluskey (secretario general del sindicato Unite que recientemente ha amenazado con la no afiliación de Unite de los Laboristas y lanzar un nuevo partido obrero, si los Laboristas perdieran las elecciones generales de 2015, NDLR).

Esto habría ofrecido la oportunidad de reducir los votos que fueron al UKIP y a todos los partidos pro capitalistas. A pesar del silencio de los medios de comunicación, esto es lo que intentó hacer la alianza de izquierdas TUSC dentro de su propia escala.

Solo un programa de clase; incluyendo medidas concretas contra el aumento vertiginoso de los alquileres, un programa urgente de construcción de vivienda social, un plan de lucha contra la austeridad, etc. podría poner las bases para un principio de contestación a la vacía demagogia del UKIP. Su jefe, Nigel Farage, es un antiguo agente de bolsa, descendiente de una rica familia y miembro de la fraternidad de banqueros. Es él quien nos ha arrastrado al abismo de una crisis devastadora desde 2007.

Dentro del mundo del trabajo, son numerosos los que por causa de desesperación fueron seducidos y votaron a UKIP, ya que no veían otra alternativa durante las elecciones. En algunas regiones, allá donde se podía, algunos dieron un voto a UKIP y otro a TUSC. Se trata de constatar el hecho de que el racismo no está enraizado en la mayoría de estos electores. Podrían haber sido ganados para la causa de un partido anti capitalista radical y por una campaña de lucha contra la falsa idea según la cual los inmigrantes son la razón de los problemas a los que se enfrentan. A cambio, esto podría cimentar la unidad de la clase obrera en su lucha por el empleo, contra los contratos de trabajo precarios y por un salario decente.

Durante el gran pánico que siguió a las elecciones, los Conservadores e incluso los portavoces del partido Laboralista como Ed Balls, acusaron a la inmigración. Pero sin una retirada completa de la Unión Europea y de sus tratados, a lo cual los capitalistas no se muestran favorables y es poco probable a corto plazo, estos saben que no están en condiciones de parar inmediatamente la inmigración que proviene de países de la Unión Europea. Su propaganda está basada en la oposición a los “inmigrantes que se aprovechan de la seguridad social”, lo que se llama “turismo sanitario”, en contra del hecho de que los estudios demuestran que muy pocos inmigrantes en Gran Bretaña y otras partes, se aprovechan de estas “ventajas”. El único objetivo de esto es potenciar la división y el racismo, que deben ser duramente combatidos por el conjunto del movimiento sindical.

La abstención ha sido la tendencia mayoritaria de las elecciones. Es la muestra de la desconfianza que se siente hacia el establishment político. En Eslovaquia, con una tasa de participación de un 13%, las elecciones fueron una auténtica farsa. En Gran Bretaña, más del 60% de los electores no votaron, pero estos datos no indican necesariamente cómo votarán los electores en las elecciones generales de 2015. Sin embargo, el UKIP amenaza con volverse un factor de la derecha enraizado en Gran Bretaña, como el Partido de la Libertad en Austria o el Frente Nacional en Francia. Además, la consecuencia de las elecciones es inmediata en Gran Bretaña y presentan nuevas cuestiones en cuanto a la orientación y al futuro liderazgo de los tres principales partidos capitalistas.

Es poco probable que alguno de estos dirigentes dimita antes de las elecciones. Pero Nick Clegg (de los Liberales Demócratas) seguramente será reemplazado, ya que su partido se enfrenta a un peligro de extinción con vistas a las próximas elecciones generales. Incluso Ed Miliband (Partido Laborista) se enfrenta a críticas en el seno de su propio partido, incluyendo las aparecidas en las páginas de Daily Mirror (uno de los periódicos que apoya a los laboristas, NDLR): “Los electores han advertido que políticas audaces y un programa de equidad de izquierdas, son populares” (Kevin Maguire). Pero Ed Miliband no podrá adoptar las aspiraciones de la clase obrera, ya que está atrapado dentro el marco capitalista.

Un nuevo partido de masas de la clase obrera que combata duramente a favor de políticas socialistas radicales, puede abrir una nueva vía que puedan seguir los trabajadores, tanto en Gran Bretaña como en el resto de Europa.

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