La clase obrera francesa vive quizás uno de sus momentos cruciales después de mayo del 68 y junio del 36
Faltan solo unos pocos días para que la Eurocopa en Francia dé el puntapié inicial. Sin embargo el gobierno parece estar más ocupado con los diferentes problemas que le ha causado la propuesta de reforma laboral, la ley “El Khomri”, así llamada a causa de su promotora, la ministra de trabajo, Myriam El Khomri. La organización de la Eurocopa puede ser el volador de luces perfecto para desviar la atención al movimiento social en el país galo.
La ley de trabajo o ley “El Khomri” es uno de los bastiones gubernamentales para un acuerdo con la patronal. Sin embargo, esto entra en conflicto con los intereses de los trabajadores. Esto se debe, por sobre todo, al polémico artículo 2 que da primacía a los acuerdos empresariales por sobre los de los trabajadores. El mentado artículo es la bisagra para la conciliación de Hollande con las patronales. No en vano amenazó la organización patronal Medef que en caso del retiro de éste retirarían su apoyo a la reforma. El artículo da permiso de determinación unilateral por parte del empresariado de menor remuneración de horas extras, de tiempo de vacaciones de sus trabajadores, etc. El código del trabajo francés reforzaría legalmente de este modo la precarización laboral en el país. Esto se suma a los despidos en el área pública de la salud y replanificación de sus tiempos de trabajo, a las condiciones laborales de transportistas públicos y operadores aéreos, etc.
La clase obrera francesa vive quizás uno de sus momentos cruciales después de mayo del 68 y junio del 36. La situación se ha vuelto especialmente tensa luego de las sucesivas respuestas del gobierno con represión policial. La protesta social se ha masificado en Paris, donde diariamente tienen lugar barricadas, bloqueos y protestas, sobre todo en este último tiempo del sector ferroviario; en Le Havre se viven históricas movilizaciones interprofesionales; en Rouen, en Briaçon. La huelga se ensancha en las refinerías del país, en empresas como Amazon, en la empresa de trenes RAPT, en los servicios públicos. Así mismo la participación estudiantil superior y secundaria se toma las calles. Sin olvidar el fenómeno asambleario de la Nuit Debout que complementa a la lucha de masas a un programa contra laLoi du Travail, se puede vislumbrar un ambiente agitador en el corazón de Europa y a días de la organización de la Eurocopa. En este contexto la central sindical CGT ha jugado un rol fundamental pudiendo aunar otras intersindicales bajo movilizaciones y acciones comunes.
El gobierno de Hollande es el ejemplo de la decadencia del discurso socialdemócrata en Europa y tiende a una caída libre como sucedió hace unos pocos años con sus pares griegos. Hollande no ha logrado cuajar la esperanza que se depositó en él en las elecciones pasadas por los votantes ya decepcionados de Sarkozy, y su popularidad todavía no logra repuntar en su último año alcanzando un 87% de rechazo. Su gobierno no dista mucho de lo que ya realizó el conservador Sarkozy, desde la invasión de Mali hasta los recortes de personal en el área ferroviaria, metalúrgica y de la salud, pasando por la mentada reforma laboral, etc. La política del Partido Socialista Francés, con Hollande a la cabeza, personifica de esta forma un continuismo liberal que merma las condiciones de los trabajadores en un país donde sus millonarios acumulan más de €80 mil millones de fraude fiscal.
Pretendiendo desviar el desagravio del Primer Ministro Valls y de Hollande al petitorio de la principal sindical del país para detener la promulgación de la ley de trabajo se ha concentrado el gobierno en desprestigiar a Philippe Martínez, secretario general de la CGT, a concentrar discursos sobre terrorismo islámico y de mantener satisfecha a la patronal. La política de Hollande dista mucho incluso de su discurso inicial y se ha transformado en el mejor defensor de las políticas neoliberales y neocoloniales francesas. En ese contexto se entiende que los manifestantes en la plaza de la República porten carteles con la leyenda “Sarkozy, 9 ans ça suffit” (Sarkozy, 9 años, es suficiente), es decir los 9 años de ambos gobiernos ilustran un continuismo capitalista. Francia, coherente a su historia sindical, obrera y revolucionaria, puede ser la llave de paso para el robustecimiento de los movimientos de trabajadores en Europa. La lucha con la ley de reforma laboral muestra la fuerza social de los trabajadores y hace reflotar la confianza en el sindicalismo francés para así hacer frente tanto a este tipo de políticas, como a respuestas populistas y racistas, como las entregadas por Le Pen y el Frente Nacional.
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